jueves, 23 de diciembre de 2010


Aquí os dejo con los personajes de la historia, y siento mucho decir que el libro
 ha finalizado, y el siguiente todabía no esta acabado.
Espero acabarlo en estas vacaciones pero
si no es así prometo subir... imagenes graciosas o algo por el estilo

Marta

Mateo



Maya

Arco

Mirana

Marcus

capitulo 11

La venganza

El ambiente que nos rodeaba paso de ser tenso a ser relajado. Esto ya se parecía a una conversación entre una familia.

- Pero quiero que me digas porque me dijiste lo de los dotes.

- Veras, tengo un rencor desde hace mucho tiempo que va creciendo cada vez más, y cuando te vi y me ganaste la primera vez que nos vimos, creí haber encontrado un ayudante y una oportunidad de venganza.

- Pero no entiendo, tu eres un vampiro, ¿no puedes hacerlo tú solo?- me atreví a preguntar.

- No porque a un vampiro no es fácil vencerle, por lo menos se necesitan a otros dos.- dijo Arco.

- Y pensó en ti como su ayudante ¿no?

- Si.- aseguró Arco

- ¿Pero tanto rencor tienes hacia esa persona o vampiro?-pregunte interesada en el tema de la conversación.

- Verás, vosotros conocéis la leyenda por lo que dijisteis el otro día ¿no?

- Si.- contestemos al uníoslo.

- Pues no se cuenta toda la verdad en ella.

- ¿Por qué? –preguntemos incrédulos

- Porque esa historia la relataron para que vinieran turistas y como que la versión original asustaría un poco.

- ¿Y cómo es la verdadera?

-Veréis…

La leyenda cuenta que ataqué a Lucinda para salvar a mis hijos, pero lo que no se cuenta es algo que ni yo sabía en ese momento.
Lucida era en realidad un vampiro, no me había hecho nada antes por sus sentimientos hacia mí, pero cuando ocurrió lo de la boda, digamos que sus sentimientos cambiaron y solo deseaba hacerme daño. En la caída me mordió y cuando me levante ya no estaba. Por culpa de ella me vi obligado a apartarme de mis seres queridos sino quería hacerles daño. Mi esposa se suicido al poco tiempo, por lo que mi hija se quedó a mi cargo, pero nuca estábamos en la misma habitación por temor a hacerle daño.
Al final, mi hija creció y se fue lejos de mí, nuestra relación padre e hija se había roto y todo por no pasar más tiempo con ella. Fue entonces cuando descubrí que no envejecía, mi rostro era idéntico al de aquella noche, por miedo a ser rechazado por la gente huí al bosque, esperando el día en el que me pueda vengar.

- A ver si yo he entendido, tú quieres que me alíe contigo para acabar con Lucinda, sabiendo que ella es más experta que nosotros dos juntos y que podríamos morir en el intento.

- Am…, dicho así parece horrible, pero no lo es.

- Te ayudare. – dijo Arco.

- Gracias.

- La pregunta es, ¿Qué tienes planeado? Porque tendrás un plan ¿verdad?

- Si. Atacarla cuando menos se lo espere y quizá la logremos derrotar de una vez por todas.

- Es un poco cutre, pero bueno, si es tu plan que se le va a hacer. – dije, haciendo saber que yo estaba presente y que también quería ayudar.

- Maya, esto es muy peligroso, no creo que sea bueno que nos ayudes.

- Pero Arco, yo también quiero ayudar, dadme una oportunidad. Además yo os ayudaría desde casa, es decir, lo que yo haría sería modificar un poco el plan para garantizar la victoria. Vosotros seréis quien lo realice.

- Bueno, si es eso, no le veo pega alguna. – me apoyo Marcus.

- Este bien, es un dos contra uno así que es imposible que gane. En fin, Maya, ¿qué crees tú que debemos hacer?

- Bueno, lo primero sería espiarla, a ver en qué forma física está.

- Vale, y ¿Quién se encargara de eso?

- Pues tú. Por lo que he visto eres más rápido que Marcus así que se te dará mejor.

- En eso tiene razón la chiquilla.

- Vale, pero ahora debemos irnos a casa y descansar un poco, ¿de acuerdo?

- Vale. –dije.

De mi boca salió un bostezo enorme. El cielo ya se había oscurecido, y los animalillos nocturnos ya habían salido a por comida. Los conejitos habían vuelto a la madriguera a dormir hasta el día siguiente. Al no haber ya árboles, la luna alumbraba todo el bosque que con luz no parecía tan siniestro. Los rostros de Marcus y de Arco a la luz de la luna eran más pálidos que de costumbre, pero me di cuenta de que hasta a mi me afectaba la luna, esa preciosa luna llena que hacía aullar a los lobos del bosque y a los perros del pueblo, que aunque estaba muy lejos se escuchaba el ajetreo de un día largo de trabajo.
Arco y yo nos fuimos dejando atrás a Marcus que al segundo se había ido a algún escondrijo de los suyos.

El bosque nos decía adiós meciendo las hojas con el viento mientras nos dirigíamos a casa, a medio camino yo ya no podía dar ni un paso más. Arco muy gentilmente me cogió en brazos. Acurrucándome en su pecho, empecé a escuchar un sonido, una nana, pero no logre descubrir de donde venía porque me quede dormida en la segunda estrofa.

Me despertó uno de los rayos de la mañana, por la claridad se sabía que ese día no iba a llover, me encontraba en mi habitación, en mi cama. Marta debía de haberse ido hacía mucho, ya que su cama estaba fría. Arco se había quedado dormido al traerme y se había quedado en el sillón.

Mientras él dormía yo me preparé y eche un vistazo al calendario para ver cuándo sería el próximo examen.
Resulta que estábamos a vente de junio, un día antes de mi cumpleaños y dos del de Arco. Había estado tan ocupada que no me había dado cuenta y me quedaba poco tiempo para comprarle algo. Pero, ¿Qué se le puede comprar a un chico vampiro a punto de cumplir los dieciséis?

Ya se me ocurriría algo, porque lo difícil sería estar sola y tener tiempo para ir a la tienda del pueblo. Escribí una nota diciendo que volvería enseguida, que me había ido de tiendas para estar un poco sola, que empezaran ellos con el plan y me fui a la puerta.
Todo el mundo me observaba como me dirigía a la puerta principal ya que a estas horas ya estaba con Arco, éramos la pareja perfecta y todos nos tenían envidia. Pero la realidad era que no tenían nada de que envidiarnos, los problemas que tenemos no se los recomendaría a nadie.

Encontré a Marta y a Mateo hablando en la fuente, desde hacía ya un tiempo estaban juntos en los recreos, Arco cree que se gustan, pero yo no veo a Marta con él. El ideal de un chico para Marta es el típico musculitos, con ojos azules y pelo rubio, casi todo lo contrario a Mateo. Mateo es un chico con los cabellos marrones, sus ojos son color castaño claro, lo único en que se parece al ideal es que un musculitos, pero no demasiado, lo normal.

Ellos decidieron acompañarme para intentar encontrar algo, cualquier cosa. El autobús llego diez minutos de retraso y casi hasta los topes de gente. ¡Porque todo el mundo había escogido este día para ir a la tienda! A los quince minutos lleguemos al pueblo, el autobús se detuvo en la plaza central, enfrente del ayuntamiento y del museo.

Aunque era pequeño, tenía un gran surtido de tiendas de todo tipo. Allí por más que quieras no te puedes aburrir ya que hay de todo: un cine enorme, un polideportivo donde se celebran campeonatos de todo tipo, un teatro para la gente mayor, dos o tres parques, y un centro escolar.

Si no llega a ser por los animales de granja es como una ciudad.

Empezamos a caminar en dirección al supermercado que había al este. Todas las calles estaban repletas de gente, seguramente para dar un paseo o algo por el estilo. El supermercado era enorme. En la planta baja había como mínimo diez habitáculos en los que se podía encontrar desde congelados hasta librerías. En la primera planta se encontraban las tiendas de ropa, de deportes y tiendas electrónicas.

Nuestra primera parada fue una tienda de electrónica en la que encontramos varios objetos de interés, pero Mateo dijo que Arco no es de los chicos que les gusta la electrónica, por lo que nos fuimos al poco rato. Recorrimos casi todas las tiendas sin encontrar ningún regalo asequible para Arco.

Estábamos a punto de irnos sin nada, cuándo recordé lo que Arco me había contado. Resulta que mientras yo estaba en el bosque él estaba en la biblioteca, leyendo libros de vampiros, un tema que él ya controlaba de sobra pero que le encantaba leer, sobre todo los de una autora en particular. Creía recordar que le faltaba por leer el último de su colección porque no estaba en la biblioteca. Era mi oportunidad de comprar algo que si le gustara.

Me dirigí a la tienda y compre el libro, ahora el problema sería entrar en mi habitación y esconderlo sin que él se diera cuenta. Marta fue la que me dio la respuesta para ese problema. Ella iba a entrar con el regalo como si nada y lo iba a esconder en un lugar que me diría esa noche.

El camino de regreso fue más tranquilo más que nada porque el autobús no estaba tan lleno como antes. En cuanto nos bajemos del autobús le di el regalo a Marta y ella junto a Mateo entraron como si nada. Yo respire hondo, conté hasta diez y me decidí a entrar.

Como suponía Arco ya no estaba en mi habitación, seguramente me habría hecho caso y estaría en estos momentos espiando a Lucinda.

La tarde transcurrió aburrida, básicamente era la primera tarde del curso que no la pasaba con Arco, le echaba de menos. Me dije que la tarde se iría rápido y que estaría conmigo en muy poco tiempo. Lo único que se me ocurrió hacer era pensar en el siguiente paso del plan.

Mi mejor idea era acorralarla en un terreno que ella desconociera como el bosque, quién Marcus conocía de cabo a rabo. Como supuse la tarde paso muy rápido y Arco me enseño la grabación que había hecho con la cámara que había pedido prestada en audiovisuales.
En el video Lucinda no parecía en absoluto un vampiro, sino una chica normal y corriente. Lucinda no era como yo me imaginaba, una chica horrible como ella equivaldría a una chica retorcida, pero no como aparecía en el video.

En realidad Lucinda era una mujer con los cabellos color ceniza, con ojos verdes claro. A lo largo del video se la veía leyendo con un descanso para regar las plantas. De la casa no se puede decir mucho, ya que se veía un poco, pero por lo que si salía se podía decir que era humilde.

Al día siguiente arco me vino a despertar con el desayuno y un regalo enorme en las maños, él no se había olvidado de mi cumpleaños, y el detalle de venir con el desayuno fue muy bonito.

En el regalo había unos agujeritos pequeños, como si hubieran sido hechos para que alguien o algo pudiera respirar. Arco no me dejo abrirlo hasta que no me había terminado el desayuno.

Quité el lazo enorme que envolvía la caja y le quite la tapa, de ella asomo un precioso cachorro de San Bernardo, el perro tenía la cabeza y las patas blancas, el cuerpo y la cola eran de color negro y marrón.

- ¡Ohh! Qué bonito, ¿cómo sabías que era mi raza favorita?

- Bueno, eso agradéceselo a Marta.

-Gracias, muchas gracias por el regalo.

- De nada, cualquier cosa es poco para ti.
Acto seguido le bese durante tiernamente. El cachorro había salido de la caja y andaba por encima de mi cama, esa mañana la pasemos jugando con él en el lago y pensando nombres.

- Uhm, ¿qué te parece Arco?

- No es un buen nombre para un perro ¿no crees?

- Pero para un humano sí. Ja jaja

- Para un humano sí, pero para un perro…., uhm – cerré los ojos para concentrarme mejor y valió, porque a los pocos segundo ya sabía que nombre le iba a poner.- Ya lo sé, el perro se va a llamar Alan, en recuerdo de mi tío abuelo. ¿Qué te parece?

- Si, es buena idea, además el nombre le pega.

- Bien, pues solo queda ir a la tienda a por un collar que ponga su nombre.

-Vale, y ahora prepárate, que el día ya ha empezado y Marcus debe de estar esperándonos en el bosque.
Después de vestirme y de ponerle al cachorro comida y agua en un bol en el baño, Salí al pasillo a encontrarme con Arco. De camino una de las profesoras nuevas, llamada Camila nos detuvo.

- ¿A dónde vais si puede saberse? No estaréis maquinando nada ¿no?

- Nada de eso señorita,- se apresuro a decir Arco- solo vamos a estudiar, esta semana son los finales y no tenemos tiempo para maquinar nada, con permiso nos vamos.

La profesora se había quedado anonadada con la palabrería de Arco.

- Claro, ningún problema.

Después de esta interrupción nos dirigimos hacia la puerta exterior. De camino a la salida, veía a través de las ventanas la mirada atenta de la profesora. El camino hacia el bosque lo hicimos sin mediar palabra, pero cogidos de las manos. Al llegar junto a Marcus, Arco se fue a volver a espiarla y yo me quede con Marcus.

- Ya sé que vamos a hacer después de espiarla.

- ¿Qué idea tienes?

-Tú conoces de pe a pa este bosque, ¿no?

- Si, pero ¿A dónde quieres llegar?

- Pues a que si la atraemos hacia aquí estará indefensa, ya que ella no conoce el bosque como tú. Le podemos poner trampas y seguro que cae en ellas.

- Podría ser, pero ¿qué tipo de trampas?

- Eso es lo que tenemos que pensar ahora.

La tarde se paso muy lentamente, Arco llego más o menos a la misma hora que ayer y traía consigo la cámara. En la grabación Lucinda salía viendo la tele o leyendo un libro, una cosa muy normal para un humano, no se parecía en nada a un vampiro.

Le contemos a Arco las ideas que se nos habían ocurrido a lo largo de la tarde, una de ellas era atraerla hacia el bosque y atacarla sin ninguna trampa, no esperar a que ella se pudiera defender o que pudiera atacarles. A Arco le parecían bien siempre y cuando yo no estuviera cerca, ya que la forma de eliminar a un vampiro, aparte de peligrosa, es horrible. Arco no quería que me traumatizara o que me pasara cualquier cosa mientras la engañaban hacia la trampa.

Esa noche también nos acostemos tarde, debido a que nos entretuvimos mucho por el camino, sobre todo preparándolo todo para el gran día, el día de la venganza. Marcus no había estado tan contento en los días previos a este, ni cuando se entero de que yo era un familiar suyo.

Lo primero que vi al despertar fueron los ojos de Arco, esos ojos verdes que tanto me gustan, esos ojos que me poseen como si fuera una muñeca y ellos mis dueños, como si pudieran hacer cualquier cosa conmigo. Yo me esperaba los buenos días como todos los días, pero lo que escuche me sorprendió mucho.

- Maya, arriba, ¿Dónde has escondido mi regalo? Lo he estado buscando y no lo he encontrado, venga, dímelo.

- Solo te lo diré cuando me haya preparado y entonces ya veremos.

- Jo, yo te lo día nada más despertar, es injusto. – me dijo con ojos tristes.

- ¡Serás mentiroso!, te recuerdo que no me lo ibas a dar sino me acababa el desayuno.

- Bueno, pero tú lo viste mientras desayunabas, yo en cambio no lo he visto todavía. – me dijo poniendo pucheros.

- Bueno, vale.

- Si. Y ¿Qué es?, ¿Qué es? Venga dímelo. –Decía mientras se subía encima de mí.

- Hombre, si no me dejas respirar, dudo mucho que te lo pueda dar. – Se quitó de encima despacio, no sin antes darme un beso.- Gracias por dejarme respirar.
Me dirigí a mi cajón de la ropa. Del primer cajón saque una caja cuadrada, el regalo estaba envuelto en papel negro, con un lazo de color rojo.

- Toma. Espero que te guste.

Abrió el regalo emocionado. Se quedo de piedra en cuanto vio el libro.

- Guau, como sabías que me faltaba este.

- Me lo dijiste tu hace poco, y además no lo tienen en la biblioteca, por lo que pensé que te iba a gustar. Y no me equivocaba ¿verdad?

- No, me encanta el regalo. Te quiero mucho.

- Yo también te quiero.

Nos besemos lentamente, pero esta vez fue algo más que eso. Notaba sus labios con mayor pasión, sus manos me atraían hacia él cada vez más. Se dejo caer hacia atrás y giro sobre el mismo para quedarse encima de mí. Me beso el cuello, seguido me volvió a besar. Notaba sus manos subiéndome el jersey del pijama. Me volvió a besar el cuello y esta vez giro sobre sí mismo. Esta vez era yo la que estaba encima suya. Hice lo mismo que él me había hecho, le bese en los labios, en el cuello, seguido le quite el jersey. Arco me quito el pantalón y se puso de nuevo encima. Nos seguimos besando lentamente mientras yo le quitaba el pantalón.

Lo que ocurrió después ya os lo estaréis imaginando. Marta entró de pronto en la habitación fastidiándonos el momento.

- Lo…, lo siento, yo no miro, seguid a lo vuestro vale chicos – dijo tapándose los ojos con las manos- y perdonad la interrupción.- mientras salía se llevaba todo lo que podía por delante.

En cuanto se fue nos empezamos a reír a carcajadas, yo la primera. El numerito que había hecho Marta era de grabarse en video y venderlo. La interrupción nos había fastidiado el momento por lo que nos empezamos a vestir.

Nos encaminemos al bosque, era el día, tanto Arco como yo estábamos nerviosos, no solo por el día, sino también por lo que paso en mi habitación. Aún nos seguíamos riendo cuando lleguemos con Marcus.

- ¿Qué os hace tanta gracia? No creo que hoy sea un día para reírse, ¿no creéis?

- Si, perdona Marcus. –dijo Arco, aguantándose la risa. - Bueno, todos sabéis el plan ¿verdad?

- Si. – contestemos a coro Marcus y yo.

-Pues manos a la obra.

El plan consistía en atraerla hacia el bosque con cualquier excusa, cuando estuviera en lo más profundo del bosque Marcus haría su presencia delante de ella, para entretenerla mientras Arco aparecía detrás y quien la agarraría para que Marcus le asestara el último golpe.

De uno de los árboles se escuchó una risa perversa. Arco vio venir quién era y lo que iba a pasar a continuación, por lo que me dijo:

- Maya, corre al orfanato y no mires atrás.

- ¿Por qué?

- Porque Lucinda ya ha llegado. – dijo seriamente Marcus.

- ¡Qué!, pero si no la hemos ido a buscar, como nos ha encontrado.

- Notaría mi aroma cuando la estaba espiando y lo seguiría hacia aquí. – Arco se fue poniendo cada vez más nervios- ¡Tienes que irte ya! ¡Vete!

- No hay tiempo.- dijo Marcus – prepárate Arco, tendremos que protegerla a la vez que nos enfrentamos a ella.

Estaba demasiado lejos de ellos por lo que empecé a correr en su dirección, cuando una sombra me paró el paso y me llevo consigo a la rama de uno de los árboles. Me sujetaba con la mano izquierda el cuello.

- Vaya, vaya, Marcus.- dijo Lucinda.- ¿creí que habías muerto en la playa?

- No bebiste demasiada sangre, pero si para convertirme y hacerme más fuerte. El plan no te salió bien.

- ¿Mmmm?, ¿y este olor tan dulce? – Lucinda empezó a olisquearme de arriba a abajo- ¡es el aroma de una humana!

Lucinda me miró muy intrigada:

- Si que eres valiente. Estar entre vampiros y no estar asustada.

- Es muy amable por tu parte decirme eso. –dije como pude al no poder respirar.

- Pero no entiendo porque estas con ellos.

-¡Lucinda, suéltala ya!- dijo Marcus desde
el suelo.

- Debes de significar mucho para él ya que te está protegiendo.

Arco que había trepado por la parte del árbol que no era visible para nosotras, se subió a nuestra rama y gritó:

- ¡Suéltala!- lanzándose sobre ella.

Lucinda me soltó para agarrarle por el cuello, Arco se estaba asfixiando, se le notaba en la cara. De repente de entre los árboles un cuchillo que le raspó la mano haciendo que soltara a Arco. Este se calló del árbol abajo desmayado por el golpe.

Lucinda aún dolorida se apoyó contra el árbol, no debía doler mucho, pero a ella parecía que sí. Temía moverme por si me caía, pero seguramente que en cuanto se recompusiera vendría a por mí. Pero, ¿Cómo iba a bajar de allí? Si me acercaba al árbol Lucinda me atraparía y saltar no podía si quería seguir con vida.
Al poco tiempo Lucinda empezó a acercarse.

- ¡Maya, rápido!, yo te cojo, confía en mí, ¡lánzate!
No me pare a pensar en las consecuencias, me tire y Marcus me cogió con mucho cariño. Arco seguía inconsciente en el suelo. Sabía que era un vampiro, que no le iba a pasar nada, que con ese golpe no se moriría, pero no pude evitar preocuparme y asustarme.

En cuanto Marcus me dejo en el suelo corrí hacia Arco, pero a medio camino Lucinda me volvió a atrapar. La herida ya no le sangraba y estaba casi curada.

Mi mente empezó a pensar en dos direcciones, una era el suceso del cuchillo,¿ de dónde vendría?, y la otra era como salir de esa. Siempre había salido de estos apuros sana y salva, pero no pude evitar recordar que era Arco el que me salvaba, que sin él todo estaba perdido.

- ¿Sabes a que me recuerda esto?- dijo sacando los dientes.

- No te atrevas a tocarle ni un solo pelo.

- Se parece a la noche en la que te quedaste con una sola hija ¿verdad?- Parecía asombrada cuándo continuo hablando.- Ahora que me fijo, se parece bastante a ella-Marcus no pudo evitar su cara de preocupación y miedo por mi- así que era eso ¿eh?, esta niña es una pariente tuya, por eso está contigo. Pero ella es humana ¿verdad? -Marcus estaba cada vez más asustado- ¡Pues ya que no pude acabar con tu hija aquel día, acabare con esta chica en su lugar!

Estaba a escasos centímetros de mi cuello cuando Arco la agarró de tal forma por la espalda que la obligo a soltarme. Entonces eche a correr hacia Marcus, que dijo:

- ¡Arco sujétala, que no se escape, esta es nuestra oportunidad!

- No permitiré que sigas viva después de haber intentado matar a Maya.

- ¡Arco no te arriesgues, déjamela a mí!

- De acuerdo, acaba tú con ella, prepárate. Ahí va.
Arco lanza a Lucinda en dirección a Marcus, este sacó los dientes esperando a su contrincante, pero ella fue más rápida y le cortó el cuello a Marcus. Este se tambaleó, pero no se detuvo, estaba muy cerca de ella, por lo que cumplió su venganza, acabó con ella de un mordisco en la yugular. Lucinda calló en redondo ante los pies de Marcus, que segundos después también se derrumbó ante los ojos de Arco y los míos muerto.

-¡Ahhhhh! ¡Marcus, nooooo!- grité corriendo hacia ellos. Arco también se acercó a mi corriendo para detenerme, impidiéndome ver la escena.

Me abrazó muy fuerte, tanto que no podía escapar si me lo propusiera, mis lágrimas no me dejaron hablar durante un rato, solo conseguía articular balbuceos. Me llevó al orfanato, en donde llamó a la policía diciendo que la verdadera asesina era una mujer, que el hombre era un empleado al que después de haber cumplido el trabajo asesino no sin antes ser atacada por él, causándole la muerte.

Después de eso las cosas volvieron a ser como antes, bueno, casi todas, ya que tenía que guardar un secreto del que dependía mi vida. Al final no encontramos el cuchillo ni a quién lo lanzó. ¿Lo averiguaremos?¿ si, no?

Eso será algo que no sabremos por el momento.

Feliz navidad

En estos días de paz y tranquilidad os deseo feliz navidad a todos los que me seguis y leeis este blog, este año ha sido duro para algunos y espero que el próximo sea mejor.

Sin más que decir os deseo feliz navidad y feliz año nuevo. Y por supuesto no faltaba más que subir un nuevo capi.


martes, 16 de noviembre de 2010

capitulo 10

El reencuentro

No me podía creer lo que había visto al caérsele la capa de la cabeza. La cara de Marcus me recordó a mi bisabuelo. Resulta que los dos tenían los mismos cabellos negros y los ojos de un color lila preciosos, eso y su tez pálida me hizo reaccionar en pocos segundos y parar a Arco.

-¡Nooo!- grité corriendo hacia ellos.- detente por favor.- supliqué.

No estaba segura, pero si era verdad lo que yo creía, no quería que mataran a un miembro de mi familia, por lo que intente detener a Arco, pero al no poder me puse entre ellos.

- Pero ¿qué? Maya, quítate de en medio.

- No, déjalo, no lo mates, deja que se valla.

- Pero si lo dejo volverá a intentar matarte.

- Lo sé, pero aún así, déjalo libre.

Me gire a ambos lados para ver sus expresiones y las dos eran de desconcierto y miedo. Como no esperaba que Arco me obedeciera lo agarré por el brazo y me lo lleve a arrastras, dejando a Marcus en el suelo, con los ojos como platos, todavía desconcertado.

A mitad del camino Arco se detuvo, se inclinó, me cogió en brazos y echo a correr. Mientras volvíamos al orfanato, fui recordando todo lo que había pasado en el orfanato, los sucesos extraños, divertidos e interesantes… También recordé a mi abuela y a su antigua casa, aquella en la que había vivido tantos veranos y en la que había crecido, aquella casa que fue derruida por no poder aguantar más, aquella casa y sus escondites.

El recuerdo que más veces me vino a la cabeza era el de la noche de mi décimo cumpleaños. Aquella noche mi abuela ya muy anciana subió a mi habitación para darme las buenas noches, cuándo le pedí que me contara una de sus historias. Ella me contó la historia de su vida, que era la misma leyenda pero contada en primera persona, entonces me parecían solo eso, historias que una abuela cuenta a su nieta para dormir, y ahora vivo con más intensidad de la que deseara.

Cuando llegamos al edificio de los dormitorios, solo habían pasado unos minutos desde lo ocurrido en el bosque. Las luces ya estaban apagadas desde hace un buen rato y la señorita Blanche hacía horas que ya había pasado por los dormitorios, Marta en un intento por protegerme le habrá dicho una mentira. Entre que los pasillos estaban a oscuras y que Arco no abrió la boca hasta su habitación me sentí muy incómoda, como su hubiera hacho algo mal y por mucho que hiciera no pudiera remediar.

Arco se metió en su habitación sin ni siquiera despedirse. Yo hice lo mismo, me fui a mi habitación mientras pensaba en todo lo que hoy había pasado. Pero no pude dormir, por lo que busque el álbum de fotos.
Por la mañana después de clase Arco me esperó en la puerta para hablar de lo que pasó en el bosque. Nos dirigimos a mi habitación en silencio, se notaba que era de tarde porque los pasillos estaban repletos de gente. Al llegar a la habitación el entro primero y se quedo mirando a la ventana.

- ¡Estás loca! ¡Me fui a enamorar de una loca! ¡Increíble! –gritó.

- Arco, escúchame antes de opinar vale.

- ¡No!, no te tenía que haber hecho caso, tenía que haber acabado con él.

- Si me escucharas me entenderías porque no quería que lo hicieras.

- A ver, cuéntame tu patética escusa.

- Creo que es mi bisabuelo.

- ¿Cómo puedes decir eso?

- Porque he estado buscando las fotos de mi infancia y de mis antepasados y observa lo que he encontrado.

Le enseñe una especie de foto en familia de hace mucho tiempo. En él sale mi abuela de pequeña en brazos de su madre, mi bisabuelo y el que habría sido mi tío abuelo en sus brazos.

- ¡Imposible!

El hombre tenía la tez pálida, el pelo corto y oscuro con unos ojos lilas que destacaban miraba fijamente y serio a la cámara. La esposa tenía el pelo rojizo, pero no mucho, sus cabellos eran largos, atados en una trenza, sus ojos eran azules claro, y su tez igual de pálida que el marido. La niña que tenía en sus brazos, era clavada a mí, tenía al pelo largo y castaño claro, sus ojos eran azules y su tez era pálida, pero no como la de su padre. El niño que estaba en brazos del hombre era idéntico a él, sus cabellos cortos y oscuros, pero sus ojos eran de un color tirando a gris. Las dos sonreían abiertamente al contrario que ellos, que miraban fijamente a la cámara. De las dos sonrisas destacaba la de la niña, porque al sonreír se le hinchaban los mofletes y de entre sus labios dejaba entrever dos de los dientes que tenían que salirle al cabo del tiempo.

Las ropas de los adultos eran de un color serio, seguramente por su rango social, en cambio la de los niños era colorida y clara. La madre con un vestido azul oscuro y el padre con traje reflejaban la vestimenta de la clase alta, la niña de vestido rojo con un lacito igual en el pelo y el niño con un uniforme escolar reflejaban la riqueza de la familia.

- Pero, ¿de cuándo es esta foto? ¿no se supone que la condesa había muerto tras la muerte de su hijo?

- Si, pero esta foto es de mucho antes de ese fatídico día, fíjate que los niños aparentan uno o dos años, además en la leyenda ya caminan perfectamente e incluso hablan bien. Cuando sucedió tendrían los cinco o seis años.

- Si, puede ser. Osea que según esto tú crees que ¿Marcus es tu bisabuelo?

- Si.

- ¡Dios!

-¿Qué? Ahora que ya lo sabemos no intentaras matarlo ¿verdad?

- Es increíble.

- ¿El qué?

- Pues todo esto, acabamos de descubrir que tu bisabuelo es un vampiro y que encima ha tratado de matarte en más de una ocasión. Ni que fuera esto una telenovela.

- Ahora que lo dices, tiene un poco de parecido. Pero ahora que lo sabemos, tendríamos que hablar con él ¿no?

- ¿Qué? ¿Por qué?

- Pues porque yo soy su biznieta y tu lo querrías saber si fueras él ¿no? Lo único que él sabe es que mi abuela se fue de casa cuando cumplió la mayoría de edad, a lo mejor no sabe ni que tiene una familia.

- Pero si tú y tu abuela sois idénticas, ¿Cómo no se iba a dar cuenta él solito?

- A ver Arco, piensa que para eso tienes el cerebro, esas fotos son de bebé, mi abuela era parecida a mi pero solo en esa edad. Y además debe de ser muy viejo, seguro que no se acuerda de mucho.

- Tienes razón, pero ¿Cómo haremos para que nos crea?

- Podemos enseñarle la foto, así puede que nos crea, si vamos con pruebas tiene que creernos. Seguramente recordara algo.

- Ya per te recuerdo esa obsesión que tiene contigo y con matarte, a lo mejor ni te da tiempo ni a enseñarle la foto. Pero tú misma.

Aunque me metió el miedo en el cuerpo, le quité la foto de las manos y me dirigí a la salida. Arco me alcanzo a la mitad del camino. Al llegar al bosque nos agarramos de las manos y nos adentramos hasta lo más profundo. Todo parecía revuelto, como si hubiera pasado un huracán o… un vampiro enfadado.

El árbol contra el que me había lanzado Marcus estaba tirado en el suelo, algunos de los árboles estaban también partidos o en el suelo. Al no haber árboles que ocultaran el sol, el bosque parecía más acogedor, más seguro. Ese era el bosque en el que yo había estado los años antes a que conociera a Marta y a Arco.

- No creo que este de buen humor, será mejor que nos vayamos si no quieres que tenga que hacer lo que tú no quieres que yo haga.

- ¡No!, ya que hemos venido, se lo diremos y sin llegar a las manos.

- Lo que quieras, pero en cuanto las cosas se pongan feas, yo te llevó a casa.

- Vale.

- ¡Marcus!-gritemos al uníoslo.

El grito se oyó en todo el bosque. De entre los arbustos una familia de conejos silvestres salió de su madriguera para ver la luz del día que seguramente nunca habían visto. De repente de uno de los árboles que aún quedaban en pie aterrizó un hombre y se acercó a nosotros, separándonos unos pocos de metros.

- ¿Qué hacéis aquí? ¿qué es tan importante para molestarme?, normalmente mi trabajo es ese, no me quitéis protagonismo.

Yo fui la que se decidió a hablar de los dos, por lo que me adelanté un par de pasos y le dije:

- Te tengo que preguntar una cosa.

- ¿A mí? ¿una cosa?, no me hagas reír, que uno tiene ya sus años.

- Es importante- aseguró Arco, con un tono serio y duro.

-Bueno, pues decidme, ¿qué es eso tan importante que tenéis que preguntarme?

- ¿No te recuerdo a alguien?

- No ¿por?

- Creo que esta foto te refrescará la memoria.
Estire el brazo con la foto y Marcus se acercó para cogerla en menos de un segundo, parecía interesado en la foto.

- Lidia, mi pequeña Ana y mi querido Alan…- dijo mientras se le escapaban dos lágrimas, que le arrollaron por la cara- ¿Cómo es posible que tú tengas esta foto?

- Porque Ana es mi abuela, se casó y tuvo una hija, mi madre...

- Entonces ¿tú eres mi biznieta?

- Si.

- ¿Sigue viviendo Ana?

- No, murió en mi treceavo cumpleaños. Solo me quedan las fotos para recordarla, lo demás se perdió en el incendio de su casa.

- ¿Un incendio?

- Si, ocurrió al poco de su muerte, el resultado fue horrible, por lo que tuvieron que derruirla.

- Ahora que me fijo, tenéis un aire.

- Bueno,-dijo Arco- ahora que sabes que Maya es tu biznieta, no intentaras matarla ¿no?

- Pero ¿cómo voy a intentar una cosa así?

- Que yo recuerde ayer mismo la querías matar, ¿porqué ese cambio de parecer?

- Porque ahora sé que es mi familia, y a la familia no se le ataca.

- Eso es verdad.- dije dándole la razón a Marcus.

martes, 12 de octubre de 2010

Capitulo 9

El heroe

Mientras ocurría todo esto, yo Arco, me encontraba tan tranquilo en la biblioteca del orfanato. Aunque estaba concentrado en la novela que nos mandaron de deberes, me parecía extraño que Maya no estuviera conmigo.

Al final cuando quise darme cuenta ya era de noche y Maya no daba señales, por lo que acabé por agobiarme y fui a buscarla. Pregunté a profesores pero ninguno sabía nada de ella, me empecé a poner nervioso ya que pensaban que estaba conmigo.

Así que fui a preguntar Marta, su compañera de habitación, de camino me tope con Mateo, mi compañero, que iba a visitar a Mirana a la enfermería, resulta que la muy patosa se había caído escaleras abajo y tenía un esguince, por lo que no podía moverse.
Después de despedirme de Mateo, me puse más nervioso, no sé porque pero tenía un presentimiento de que algo malo iba a ocurrir.

Corrí todo lo que pude hasta la habitación de Marta y Maya y piqué varias veces después de tomar aliento.

- ¿Si?

- Marta.

- ¿Arco? ¿Qué quieres?

- ¿Dónde está Maya?

- Pues, Mirana la vino a buscar para hablar con ella a solas.

- ¿Qué?, eso es imposible.

- ¿Por qué? Yo estaba presente cuando vino a buscarla.

- Es imposible porque está en la enfermería, se calló por las escaleras y tiene un esguince, no puede
moverse.

- Que raro.

- ¿No notaste nada raro?

- Bueno, ahora que lo dices sus ojos eran distintos, e insistió en quedar de noche.

- ¿Sabes a dónde fueron?

- Pues quedar quedaron en la entrada, ahora, donde fueron luego pues no sé.

-Bueno, gracias por tu ayuda.

-De nada

Eché a correr muy asustado, por mi cabeza solo podía pasar un misterio: Si Mirana estaba en la enfermería, ¿Cómo Marta vio como se llevaba a Maya?.

No sabía dónde estaban, y eso era lo más preocupante, tampoco sabía si Maya estaba bien o estaba en peligro.
Mi primera idea fue preguntar a la gente que había fuera, por lo que me dirigí hacia la calle, al salir tuve un escalofrío me recorrió la espalda, por lo que pase a mi segunda idea, correr todo lo que mis piernas me permitiesen, oler todo tipo de rastros de Maya que mi olfato me permitiese y encontrarla en poco tiempo.
En la salida del recinto, capté un rastro de Maya, me paré en seco al olerlo porque no sabía qué hacer a continuación, ¿debía seguirlo o buscar otro?, como no tenía más pistas de su localización decidí seguirlo.
El rastro me llevó al interior del bosque, allí escuche un grito.

Era la voz de Maya, por lo que eche a correr hacia su procedencia. Maya se encontraba en el suelo boca abajo, seguramente se habría caído, pero lo que no encajaba era el grito y ¿dónde estaba Mirana?
De repente, Marcus se acercó a ella y la cogió por los pelos. La lanzó contra un árbol y Maya llego inconsciente al suelo.

No pude evitar lanzarme contra él en cuanto vi que la iba a morder. Marcus se alejo unos metros de ella por el impacto. Cogí a Maya entre mis brazos y la sacudí intentando despertarla.

- ¡Maya, Maya! despierta por favor, despierta.

- Ohm… ¿Arco? ¿Qué… que haces aquí?

- Bah, solo salvarte, pero si te parece poco puedo irme.- dije con tono sarcástico.

- Arco, lo siento, tenía que haberte avisado de que venía al bosque y que iba a hablar con Marta. No te lo vas a creer pero era un títere.

- No te disculpes mi pequeña ingenua, y hablando de incredulidades, ¿planeabas escaparte con Marcus?

- ¿Qué?- exclamó mientras se levantaba.- ¿Por qué dices eso?

- No sé, como te ibas a dejar morder y tú ya sabes que con un poco que beba ya sirve. Ja jaja.

- No tiene gracia, lo he pasado muy mal.

- Yo también lo he pasado mal pensando que no iba a llegar a tiempo y que te iba a perder para siempre.

- Eso no ocurrirá nunca. Te preocupas demasiado.

- Será que te quiero demasiado como para perderte.

- Yo también te quiero Arco.

Nos acerquemos y mientras Maya me rodeaba con sus brazos el cuello yo la bese.

- Vaya vaya, Chaval, ¿porque siempre me interrumpes en lo mejor?

- ¡Marcus, explícame el porqué de todo esto!- mientras lo decía iba escondiendo a Maya detrás de mí.

- ¿Ohm? ¿Cómo dices?– preguntó mientras se acercaba a nosotros.

- Ya me entiendes, el porqué de atacarnos e intentar matar a Maya. Hay más humanos, ¿Por qué esta obsesión con ella?

- No hay ningún porqué, solo lo hago porque me divierte verla tan atemorizada.

- ¡Eso es mentira! –exclamó Maya colocándose delante de mí al mismo tiempo que Marcus retrocedía.- Yo sé porque lo haces y no es exactamente por gusto. ¡Tú lo que quieres es compañía, no que yo sea tu comida!

- ¡Cállate, tú no sabes nada!

- En realidad sabemos más de lo que tú te crees. –dije con aire de superioridad.

- A ver, ¡deslumbradme con vuestra sabiduría!

- Sabemos que tu mujer y tu hijo murieron y que tu hija se fue al cumplir la mayoría de edad. ¿o me equivoco? ¡Príncipe Marcus! – salté al ver a donde se dirigía la conversación.

- Eso no es el motivo de mis actos.- dijo poniéndose a la defensiva.

-Yo creo que desde entonces estas solo y deseas volver a amar alguien sin ser traicionado y que ese amor dure para siempre.- Dijo con tono de enfado Maya.
Marcus empezó a retroceder balbuceando. De repente, Marcus se inclino y dijo:

- Tú no tienes idea de nada.

Seguido nos gruño y nos atacó. Como veía venir desde hace tiempo esa reacción estaba preparado para alejar a Maya y detenerlo. Según arremetió contra nosotros, lo lance contra el árbol que había a nuestra derecha y lo agarré por el cuello. Al sujetarlo en el aire se le calló la capucha y yo estaba listo para darle el último adiós.

- ¿Unas palabras antes de morir?

-No, ninguna. Acaba cuanto antes.- dijo con resignación.

lunes, 20 de septiembre de 2010

Capitulo 8

siento la tardanza, pero con las clases ya se sabe XD



El misterio

Al llegar al orfanato, el director nos estaba esperando en la puerta, resulta que Mirana le había contado lo de la playa. Al director no le gustó que nos hubiéramos escapado para irnos. Mirana le había contado que yo había propuesto la idea y que debía ser yo la castigada. Arco salió en mi defensa.

- Señor, no le haga caso, Maya no sugirió nada, la que lo sugirió fue Marta y encima, Mirana estaba delante cuando lo dijo. ¡Es una mentirosa!

- Me da igual a quién se le haya ocurrido la idea, conocéis las normas. Os pasaréis una semana entera fregando los platos para compensarlo. Todos, y cuándo digo todos me refiero a todos.

- Pero señor yo…-suplicó Mirana.

- Tú nada, a mí no se me engaña señorita, tú estarás dos semanas.

- Pero…

- Pero nada.

Cuando acabó de hablar, el director nos exigió que nos fuéramos a nuestras habitaciones, pero Mirana se fue corriendo dirección al bosque. Supongo que quería estar sola un rato.

¡Qué divertido! Por culpa de Mirana nos tenemos que quedar castigados, ¿no se podía haber estado calladita?
Pensé que ese rato iba a ser aburridísimo pero me lo pase muy bien, ya que los grifos se pueden alargar. La mitad del tiempo nos lo pasábamos empapándonos los unos a los otros, eso sí, Mirana no apareció ni un solo día.

Los días pasaron y cada uno de ellos sentía una presencia que me observaba. Era Mirana, la que a hurtadillas me espiaba y me seguía como si quisiera saber donde estoy las 24 horas del día.
El último día de castigo, Mirana me siguió hasta mi habitación y allí me dijo:

- Bonita habitación, nunca había venido, es…preciosa.

¿Qué quería decir con eso? Mi habitación era de tamaño mediano, las paredes azul claro y el techo blanco. Casi la mitad de la habitación estaba ocupada por las dos camas, En una esquina hay un armario, en el que supuestamente caben las ropas de dos personas. A parte de los posters puestos a cosecha de Marta, mi habitación era de lo más normal, como todas.

- ¿Qué quieres Mirana?

- Te debo una explicación sobre el chivatazo y aparte, necesito contarte un secreto.

- ¿Cómo dices? O sea que después de lo que nos has hecho, ¿esperas que te escuche?

- Por favor, necesito contárselo a alguien y tú eres una chica de confianza, venga, porfi.

- Está bien, vamos.- dije con tono de resignación.

- No. Ahora no, esta noche, en la entrada.

Acepté la invitación y esa noche me dirigí a la entrada, Mirana ya estaba allí esperándome. No le pareció el mejor sitio para hablar por lo que nos dirigimos al bosque y por más que la avisara de que allí no iba a ir, ella contestaba que sí que allí era el único sitio donde no nos iban a molestar. Hoy el bosque parecía más siniestro, los árboles no dejaban entrar ni un rayo de luna y los animales nocturnos ya habían salido a buscar su cena.

Cuando lleguemos al interior del bosque ella se detuvo dándome la espalda y empezó a mirar a ambos lados, como buscando a alguien. Me empecé a mosquear de su extraño comportamiento, en ese momento, de entre los arbustos salió una sombra y se situó a su lado.

- Muy bien hecho Mirana, así se hace.

- Gracias señor, he hecho lo que me ha pedido con mucho gusto.

- Mirana, ¿pero qué estás haciendo? Él es el que provocó todo lo que pasó con los profesores.

Mirana se giró y me miro sorprendida, como si supiera lo que había hacho durante todo este tiempo. Era una trampa y yo había caído de llena.

- ¿Dónde estoy? – Mirana miró a ambos lados con aire irónico.- ¿Maya, que hacemos en el bosque? – dijo entre carcajadas.

- ¡Mirana, eres una traidora!

- ¿Qué? ¿De qué hablas? yo he estado siempre de su lado.

- Bueno ya está bien, te puedes retirar.

Marcus Marcus chasqueó los dedos y Mirana se esfumó en una nube de polvo.

- ¡Nooo!

- Tranquila, solo era un títere, la verdadera está sana y salva en el orfanato. Y gracias a ti, se que Arco no controla sus poderes o que aún no los ha descubierto.

Antes de que acabara de hablar eche a correr aterrorizada, sin mirar atrás, sabiendo que estaba sola en el bosque y que Arco no sabía de mi situación. Solo podía desear que no metiera la pata y que mis piernas me dejaran llegar al orfanato.

viernes, 10 de septiembre de 2010

Capitulo 7

El bosque

Cuatro coches de policía estaban parados delante del orfanato, y un policía descansaba sentado en uno de los capos de los coches patrulla. Cuando íbamos a pasar nos detuvo.

- Alto, nadie puede entrar ni salir del edificio.
El hombre aparentaba tener más o menos veinte años, tenía los cabellos dorados y cortos. Sus ojos hacían saber que era policía, ya que se le notaban las ojeras de varios días.

- ¿Qué ha ocurrido?-Preguntó Arco, asustado y confundido.

- Dos niños de primaria fueron secuestrados, pero a eso de las cuatro el secuestrador se dejo ver cerca del bosque con ellos, por lo que lo seguimos y en medio del bosque delante de nuestros ojos les mordió el cuello, menos mal que solo fue un mordisco, porque sino pobres niños, bueno, que ahora están en la enfermería. Aún lo estamos buscando, ya que se esfumó de la nada, y por eso nadie puede entrar ni salir.

- Gracias por la información, y ahora por favor déjenos pasar, ya que somos alumnos y habitantes del orfanato.

- Anda, pues haberlo dicho antes hombre.

El hombre nos dejó pasar y a los pocos minutos llegó otro a su lado, parecía más joven, y por lo que dijo después lo comprobé:

- Marcos, nos llaman por la emisora, han recibido un aviso de robo en la comisaría, debemos irnos ya.

- Vale, ya voy, a ver si este no se nos escapa delante de los ojos.

Arco me paso el brazo por el cuello e hizo que nos detuviéramos, dejando a Marta caminando sola hacia el instituto. A los pocos minutos, Marta había cruzado la puerta del orfanato y Arco y yo nos encaminábamos hacia el bosque.

Llegamos a lo más profundo del bosque. Nos detuvimos y Arco se empezó a alejar, yo por miedo a quedarme sola en aquel bosque, iba muy pegada a él.

- ¡Aléjate de mí!

- ¿Qué? ¿Por qué?

- Porque tu olor no mi permite oler nada más, y estamos intentando encontrar a Marcus, ¿no?

- Ah, vale, ahora me alejo.-dije con tono sorprendida.

- ¿Por qué pensabas que era entonces?

Nos fuimos acercando más y más, yo daba un paso hacia atrás a veces para no estarlo, pero llegó un punto en el que no pude retroceder más, ya que estaba con un árbol a la espalda. Estábamos a escasos centímetros el uno del otro, por lo que le veía los ojos perfectamente, eran verdes claro, eran cálidos y preciosos. Arco me paso los brazos por la cintura y yo se los pase por el cuello.

- Te quiero. Y lo que más deseo en este mundo es estar lo más cerca posible de ti, no al contrario.- me dijo.

Estábamos a punto de besarnos cuando de pronto, se oyó una voz proveniente de algún rincón del bosque.

- ¡Ohh!, de verdad que hacéis una pareja preciosa, sois tal para cual, la pena es que no durareis para siempre.- La voz sonaba por encima de nuestras cabezas.
Arco se alejó de mí y fue al mismo centro de la zona en la que estábamos para intentar olerlo y encontrarlo.

Yo tenía miedo de quedarme como estaba, sola, muy lejos de Arco, teniendo a Marcus cerca, muy cerca, incluso demasiado, ya que en unos pocos segundos se puso detrás de mí. Me asustó por lo que pegue un mini grito. Arco al oírlo, sin darse la vuelta para comprobar porqué el grito, se colocó entre Marcus y yo. Arco se coloco con las piernas dobladas un poco, enseñó los dientes y con los brazos extendidos hacia atrás me protegía y se preparaba para atacar.

- Querida Maya que alegría volver a verte. Y también es un placer verte a ti Arco.

- Grrrr.

- Tranquilo, no pierdas los nervios delante de Maya, dios sabe lo que le puede ocurrir entonces. Ja jaja.

- ¡Márchate, y déjanos en paz!-Arco parecía que echaba chispas por los ojos de lo enfadado que estaba.

- Mírale, no creo que aguante mucho más, creo que sería mejor que te alejaras de él, Maya.
- ¡Cállate!, ella no se va a ningún lado.

- Eso lo elegirá ella ¿no crees?

- ¡He dicho que te calles!

Arco, perdiendo los nervios, me empujó un poco hacia atrás y a la vez se impulsó hacia adelante. Marcus lo esperaba, preparado para defenderse. Se pelearon con tanta velocidad, que solo pude ver algunas partes de la pelea. Unas veces Arco ganaba, otras era Marcus. Al final, Arco se cayó a escasos centímetros de mí, agotado, por lo que corrí a su lado para ayudarlo a lo que pudiera.

- ¿Te creías que me podías ganar? ¡Pero si solo eres un niñato sin experiencia!

- ¡Arco!

Según exclamé eso, Marcus desvió su mirada hacia mí y se acercó rápidamente, agarrándome muy fuerte y alejándose de Arco al mismo tiempo.

- ¡Mira pequeño Arco, mira lo que tengo entre mis brazos! Seguro que te mueres por tenerla así tú.

- ¡Suéltame!

Empecé a forcejear para poder liberarme, pero me resultó imposible.

- ¿quieres estarte quieta de una santa vez?

Sus intenciones no eran hacerme daño, sino provocar a Arco. Arco, aunque estaba agotado, se levanto muy despacio, sin quitarle los ojos a Marcus. Entonces sucedió algo que ni siquiera una persona madura no lo soportaría: el peligro.

Marcus deslizó su lengua por mi cuello, luego los labios. Arco estaba que mordía, pero aguantaba porque estaba yo en medio de los dos. Pero toda persona tiene un límite de paciencia, y el de Arco fue cuándo Marcus sacó los colmillos para morderme.

- Mmmm, si su olor y su tacto son así, ¿cómo será su sabor?

Arco entró en cólera sin importarle que yo estuviera en medio. Se lanzó contra Marcus empujándome a mí y golpeándome en la espalda con un árbol.

Marcus lo estaba esperando, lo agarró por el cuello y lo lanzo contra un árbol que cedió al golpe, el sonido se escuchó por todo el bosque y creo que también en el orfanato.

- Esto ya no me divierte, es demasiado fácil, pensé que iba a ser un reto vencerte, pero ya veo que me equivocaba.

Después de decirlo, se esfumó riéndose. Su risa se escuchó incluso unos pocos minutos después de que se hubiera ido.

- Arco, ¿te encuentras bien?

Arco soltó un gruñido y se fue, dejándome sola en aquel bosque tan peligroso. Me encamine miedosa hacia el orfanato. Esa tarde no vi a Arco más, y por la noche no lo vi en el comedor a la hora de cenar.
Por la mañana, me estaba dirigiendo con Marta a nuestra clase mientras me repetía que estaba enfadada por haberla dejado hablando sola.

- ¡odio a las parejas!, solo pensáis en vosotros, y los demás ¡Que les den! ¿no?

-No Marta, es solo que teníamos que hablar de algo y no queríamos que te enteraras.

- Ya, como siempre. Asúmelo, desde que estas con Arco, no has estado conmigo sola ni un segundo.

- Marta, ¿estás celosa?

- Puede que sí. Yo soy tu mejor amiga y tú la mía, pero hace mucho que no hablamos así, como estamos haciendo ahora.

Ya estábamos llegando al aula de biología cuando Arco se acercó a nosotras y dijo:

- Tengo que hablar con Maya en privado.

- ¿Ahora?-dijo Marta

- Sí.

- Como llegue tarde por tu culpa lo lamentaras chaval. –le amenazó

- No dejare que llegue tarde, te lo prometo.- dijo levantando la mano derecha.

- Pues entonces que disfrutéis parejita.-dijo con tono de enfado.

Marta se fue corriendo y entró en el aula.

- ¿Qué le pasa a esa hoy?

- Está enfadada por haberla dejado ayer sola.

- Ah, pues ya se le pasara.- dijo con tono pasota.

- Por cierto, ¿de qué querías hablar?

- De lo que paso ayer.

- Ah, ¿y qué pasó ayer?

- Estas enfadada, ¿verdad?

- ¿Por qué lo dices, por mi aspecto o por la forma de hablar?-dije levantando la voz.

- Perdona, vale.

- ¿por qué?

- Buff, ¿por dejarte sola en el bosque? – dijo con tono de resignación.

- ¿y?

- Y por no hablar ayer contigo y haberte esquivado durante la cena. ¿Contenta?

- Sí.

Después de hablar entré en clase, el profesor no me echó la bronca por llegar tarde, seguramente Marta le habría dicho una de sus escusas, le debía una.
Después de clase, Arco me esperaba fuera para seguir charlando de lo sucedido.

- Tranquila, en cuánto acabe con el no me veras más y no te haré daño.

- ¿Cómo? ¿Cuándo me has hecho daño tú?

- Ayer en el bosque, ¿te crees que porque estaba en trance no oí el golpe que te diste contra el árbol? Además me fui porque si no te habría atacado, había perdido los estribos y necesitaba atacar a alguien, aunque fueras tú.

- Pues entonces te debo una por haberte ido. Ja jaja.

- No tiene gracia, no sé cuándo ni dónde puedo volver a perder los estribos y… y no quiero pensar en que llegues a hacerte daño por mi culpa.

- Arco, a mi eso no me importa…-dije haciendo que se detuviese, parándome yo.

- Maya… ¿Cómo que no te importa, te tiene que importar?

- A mi lo único que me importa es estar contigo a todas horas, sea como sea, me da igual cómo pero yo lo quiero.

- Ya sabes que eso es imposible.

-¡No!, es posible y tú lo sabes.

-Lo sé, pero no sé si te iba a hacer feliz ser como yo. No ver más a tus amigos, creo que sería pedirte demasiado, ¿no crees?

-¿Por qué iba a pasar eso? Solo tenemos que escaparnos juntos, una idea bastante buena ¿no?

-Sabes, tienes una mente brillante para lo que te interesa. Pero hay un problema lista, no te pienso convertir en un monstruo como yo.

-Pero no entiendo por qué, así estaríamos juntos para siempre. Y me parecía una buena idea. –dije poniendo pucheritos.

Después de decir eso Arco se acerco y me besó muy dulcemente. Yo, como siempre fui una vergonzosa y me puse más roja que un tomate. Esa tarde la pasemos en el lago que hay detrás del edificio grande. Lo pasemos mirando el cielo y haciendo rebotar las piedras en el agua.

-¡Mira, una flor!

-No, ¿Qué va a ser eso una flor?, es una nube.

-Jolín, podías poner un poco de tu parte, ¿no crees, Arco?

-¿No decías que tu cerebro sin una base no se imaginaba nada? Pues el mío para esto no funciona.

-Tonto.

-Princesa.-dijo con su sonrisa picarona y con un tono repelente.

Me abrazó y se puso encima de mí, entonces coloqué mis brazos alrededor de su cuello y lo bese. Parecía que le había gustado, porque me besó él a mí y así continuamente. Lo que no sabíamos era que desde el árbol que había detrás de nosotros, Marcus nos estaba espiando, junto con una sombra.

-Vámonos, pequeña tenemos cosas que hacer.-dijo Marcus.

-Sí, Marcus.- dijo la sombra.

lunes, 6 de septiembre de 2010

Capitulo 6

La leyenda


Pasaron los días y Marcus no daba señales de vida, era como si se lo hubiera tragado la tierra. Por un lado era una buena noticia, ya que no me atacaría, pro por otra no era buena, ya que no sabíamos que estaba haciendo, o lo que estuviera planeando.

El Viernes siguiente, no fue un día cualquiera, porque aunque estuviéramos en primavera parecía verano. El tiempo había predicho que habría entre 19 y 20 grados durante todo el día. Los árboles no tenían sombra, así que la gente se quedaba en la biblioteca, para estar fresquita. Los únicos que estábamos fuera éramos; Marta, Aro, Mirana y yo.

Marta, es una chica alegre, con la que se puede contar siempre. Mirana, en cambio es una chica tímida con la que es difícil contar. Las dos son rubias de ojos grandes y azules, si no fuera porque sus edades son las mismas y que sus apellidos no coinciden se diría que son gemelas.

- Chicos, ¿qué os parece si vamos a la playa?- dijo Marta.

- ¿Ahora?- dijo Mirana.

-Claro, ¿Por qué no?

-No sé quizá ¡porque aún quedan dos clases!

-Eso Marta, aún quedan dos clases no nos podemos ir así como así.-le dije.

-Ya pero son de repaso.

- Eso es verdad, y yo nosotros no las necesitamos, además estamos muy estresados, yo por lo menos. Este viejecito nos relajará.–dijo Aro.

- Pues chico, si tu estas así con dos exámenes, no te quiero ver en los finales.

Después de que dijera eso, Aro y yo nos pusimos a reír a carcajadas.

- Pero, ¿por qué os estáis riendo?

- Por nada. –dijimos al mismo tiempo Aro y yo.

Al final, éramos Aro, Marta y yo, ya que Mirana no quiso ir al final. Marta y yo nos escurrimos entre los pasillos para coger las toallas y el bañador. Aro por su parte hizo lo mismo. Los tres estuvimos un ratito esperando al autobús en la parada que hay delante de la portilla. Dentro del autobús, ya sentados, a Marta se le ocurrió preguntar:

- Oye Arco, ¿conoces la leyenda de la playa?

- ¿Cómo…? ¿acaso hay una leyenda?

- Sí, aquí es muy habitual encontrarlas.

- Ahhhhh, pues no la conozco, y mira que llevo tiempo aquí.

-Pues deja que te la cuente Marta, es una experta contando estas cosas.- se me ocurrió comentar.

- Pues muy bien. Pues empezamos…


Cuenta la leyenda que un noble conde, se enamoró de una humilde sirvienta llamada Lucinda. Su amor era imposible, pero aun así no podían estar el uno sin el otro. Quedaban en la playa luz de luna todas las noches, con el fin de encontrarse el uno con el otro. Estuvieron así durante mucho tiempo, hasta que al final el noble decidió pedirle la mano a la sirvienta. Después de pedírselo fue a avisar a su padre, pero él no le dio permiso, ya que le había concertado un matrimonio con una condesa de las tierras del norte, el joven disgustado volvió esa noche a la playa para contárselo a Lucida, pero ella no estaba. Desgraciadamente Lucida no apareció nunca.

Llego el gran día y Lucida no volvió a aparecer. La relación según se mire duro mucho o poco, ya que llegaron a tener hijos, pero lo que sucedió después, nadie lo vio venir. Lucida secuestro a los dos niños y los llevo a la playa. El príncipe fue a buscarlos y cuando llego a la playa era demasiado tarde para el niño que yacía inerte en brazos de su hermana. El pobre hombre, comido por la furia, ataco a Lucida y logro salvar a la niña. El tiempo paso y la duquesa no logro recuperase por la muerte de su hijo, por lo que vino a la playa y se suicido ahogándose. El hombre se encerró en sí mismo y la chica creció hasta la edad de poder irse. A ella no se la volvió a ver y al hombre dicen que se le ve deambular por la playa las noches de luna llena. El porqué, nadie lo sabe.

Esta vez la leyenda sonó mas macabra de lo que era, yo la conocía pero no con tantos detalles. Sentí un miedo en el cuerpo, pero no entendía por qué.

-Vaya, es un poco macabra, ¿no creéis?-dijo Arco.

-A mi me lo parece, pero a Marta le gusta. – dije yo.

-Ya pero recuerda que yo soy así, me gusta todo lo raro.- dijo Marta

Los tres empezamos a reírnos a carcajadas. Unos pocos minutos después ya habíamos llegado a la playa y nos dirigíamos al agua. De camino seguimos hablando de la leyenda.

- Dime Marta, ¿cómo se llamaba el hombre? –dijo Arco.

- ¿Cómo?- dijo Marta.

- Mencionaste el hombre de la sirvienta pero no el suyo y yo estoy intrigado por el suspense. – dijo Arco.

- A pues te vas a reír, porque no me acuerdo. Lo que si se es que era un nombre parecido a Marcos. Sí, algo parecido seguro.- dijo Marta.

Entonces, yo empecé a pensar para mí misma. Pero era imposible, no podía ser, como iba a ser eso posible. Todo encajaba pero no podía ser cierto. Entonces Marta se fue corriendo al agua y nos dejo solos a Arco y a mí. Él iba a echar a correr también hacia el agua cuando le detuve y le dije:

- Espera. Creo que se cómo se llamaba, pero no te va a gustar nada.

-¿Por qué? ¿Cómo se llamaba?

- Es solo una suposición, pero ¿crees que se podría llamar Marcus?

- Oh, a no, no puede ser.

- Piénsalo, todo encaja.

Desde el agua Marta nos llamaba a voces, por lo que fuimos corriendo al agua. Al entrar me dio un respingo, el mismo que me había dado en el autobús al escuchar la leyenda. Me dio por girar la cabeza hacia la carretera y allí estaba, era él, esa ropa nunca la olvidare.

Debí de ser la única que lo vi porque ninguno de mis dos acompañantes parecía extrañado.
Después de darnos un baño nos tumbamos en las toallas a tomar el sol y a secarnos. Marta había decidido quedarse en el agua un rato más por lo que podía hablar tranquilamente con Aro.

- Arco, aún estoy confusa sobre ese tema, ya sabes el de Marcus.

-¿Por qué? Era un principito en la antigüedad y quiere destacar. ¿Cómo? Pues atacando a niñitas inocentes. Jaja

- No tiene gracia.

- Vamos sí que la tiene.

En ese instante llegó Marta a la toalla.

- Eh parejita, ¿qué tal si comemos algo?

- Buena idea.

- Bien, ¿alguien ha traído comida?

- ¡Marta!-dijimos a la vez.

- ¿Qué? no voy a traerlo yo todo ¿no? Jaja

- Jaja

Teníamos tanta hambre, que tuvimos que volver al orfanato. El autobús acababa de llegar cuándo nosotros lleguemos a la parada. Lleguemos sobre las seis al orfanato.

viernes, 3 de septiembre de 2010

Capitulo 5

El beso

El tiempo pasó muy rápido, como en un abrir y cerrar de ojos, sin saberlo ya estábamos en primavera. El día pasó con normalidad, sin ningún suceso extraño. Esa noche, después de que hiciera la profesora la ronda, se coló en mi habitación por la ventana, fue impresionante, mi cuarto esta en un tercer piso y no hay árboles cerca.

Esa noche, me volví a despertar con esa opresión en el pecho. Como siempre suelo hacer cuando ocurre esto, me dirigí hacia la cocina a por un vaso de agua. Pero hoy fue distinto, porque Arco me siguió cauteloso para que no me pasara nada. Todo parecía normal, no ocurría nada malo. Volvía a pasar por aquellos pasillos, con esa angustia en el cuerpo y pasar por aquellos pasillos desiertos no ayudaba en absoluto.

Al llegar a la cocina Arco se adelantó para comprobar si era seguro avanzar, cuando de pronto una sombra negra se abalanzó sobre mí, mi cogió en brazos y salió otra vez corriendo. Corriendo no es la palabra correcta ya que una persona no corre tan rápido, parecía que volábamos de la rapidez. Tenía tanto miedo que solo pude gritar:

-¡Ahhhhh!

- ¡Maya!

-¡Arco!

- Si quieres volver a verla, ven al bosque.

La sombra me agarraba muy fuertemente, seguramente no quería que me fuera fácil soltarme de sus brazos, por lo que me desmaye antes de que dijera la frase final. Esa cosa iba cada vez más rápido, hasta que frenó en seco, en lo que deduje que era el interior del bosque porque ya había estado mucho tiempo en ese sitio, al comienzo de este curso, ya que no conocía a nadie era lo único que podía hacer sin aburrirme.

Estuve un rato en silencio por dos razones evidentes:

1º Estaba tan mareada por el viajecito que solo veía colores y figuras borrosas.

2º Estaba tan asustada que no me atrevía a decir nada.

Aún así yo escuchaba perfectamente a la sombra, cuándo se me quito el mareo me gire para verlo a la cara pero no pude, porque lo tapaba una especie de bufanda, un gorro y un chaquetón que le cubría el cuerpo, lo único que se le veía eran los ojos, rojos como la sangre. El me miró y no parecía dispuesto a dejarme con vida.

Estaba indefensa, Arco, el único que sabía lo que me había pasado no estaba cerca del lugar, y aunque corriera, seguramente no llegaría a tiempo, una persona no puede correr tan rápido. Los únicos que nos encontrábamos en el bosque éramos la sombra y yo.

-Si te consuela gritar o pedir ayuda, hazlo, nadie vendrá en tu rescate pequeña, ja jaja. Además eso le da más emoción a esto.- dijo la sombra relamiéndose.

-No diré nada. No vi nada, además seguro que la gente no me creerá. Por favor se lo suplico no me haga daño.

- Lo siento mi pequeña y adorable Maya- decía mientras deslizaba uno de sus alargados dedos por mi cuello, mientras me sujetaba por la cintura con la otra.- tenía hambre y tú estabas delante, no puedo dejarte así sin más pequeña florecilla. A parte, me está entrando apetito, mmmm,- dijo relamiéndose sus labios supongo ya que con la máscara no se sabía muy bien donde estaba su boca.- como estamos aquí solitos los dos, no te importara que te dé una chupadita, ¿verdad?

-No por favor, ¡nooooo!- le dije gritando.
De repente se oyó un grito por todo el bosque:

-¡Mayaaaaaaa!

-¡Arcoooo, aquí, Arcoooo!- grite desesperada, al comprobar que había una posibilidad de salvarme.

Pensé que era imposible cuando lo vi pero era él, había aparecido de la nada y estaba enfrente de nosotros.

-Suéltala ¡ya!

-Pero mira quién ha venido a vernos Maya, nada más y nada menos que Arco.

-Suéltala.

- Pero porque, pero si nos lo estamos pasando muy bien, ¿a que si pequeña maya?

A mí me daba miedo contestar por lo que solo mire a la sombra y luego a Arco. La sombra me agarro más fuerte por lo que pegué un grito de dolor y mientras chillaba acercó lentamente su boca a mi cuello. Me estaba a punto de morder. Arco vino corriendo, me libero y me alejo de la sombra.

-Maya, ¿estás bien? ¿Te ha hecho daño?

Yo aún no me lo creía pero conseguí articular:

-Estoy bien.

-Menos mal. Porque si no, no sé lo que haría.

-Vaya, creo que estoy perdiendo facultades, no pensé que pudieras ser tan rápido. Tienes muchos dotes, pequeño. Me llamo Marcus, espero que seamos grandes amigos. Ya nos veremos querida Maya.

Me miraba con unos ojos muy distintos, no eran ni violentos ni hambrientos, eran como asustados y asombrados. Arco noto que me estaba mirando fijamente y me apartó de su vista. Entonces Marcus se esfumó en la nada.

Aún seguía temblando cuándo Arco y yo nos dirigimos al orfanato. Tropecé varias veces, por lo que Arco me agarró de la cintura para que no me cayera. Él puede que pensara que estaba aún asustada por lo que había pasado, y así era, pero solo hasta el segundo tropezón, ya que fue cuándo me agarró de la cintura, pero lo que él no se podía ni imaginar era que en realidad estaba nerviosa por eso mismo. Como me parecía que me estaba poniendo roja, me eché varias veces las manos a la cara, pero eso solo provocaba que Arco me preguntara si me pasaba algo.

Nos quedemos en la fuente en vez de entrar, ya que él quería refrescarse un poco, es decir, mojarse la nuca con un poco de agua. Yo creo que intentaba que no lo viera llorar, porque, cuando saco la cabeza de la fuente, aparte de estar chorreando por el agua, tenía los ojos rojos, como cuando acabas de llorar.

Yo estaba muy cansada, por lo que me senté en el borde de la fuente. Arco se sentó a mi lado después de un rato como quien no quiere la cosa. Empezó a echarse la culpa de lo que había ocurrido esa noche:
-Todo esto ha sido culpa mía.

- No digas eso, sabes que es mentira.

-No, no es mentira, te había prometido que…

-¡Me da igual lo que me habías prometido!

-Pero…

-Gracias a ti estoy aquí ¿no?

-Sí, pero…

-Pero nada, si me hubiera pasado algo puede, pero echarse las culpas de algo que no ha ocurrido es demasiado hasta para una buena persona.

-Lo que más me fastidia es que se me escapara, porque así puede volver cuándo a él le apetezca y no sé si podre protegerte entonces.

-Vele, eso lo entiendo, pero lo que no entiendo es que no se que era esa cosa.

-Gracias por el apodo cosa.

-¿Cómo?

-Es que, esa “cosa” como dices tú, también lo soy yo. Es un vampiro, y si no me equivoco debe tener unos cuantos siglos de edad. Aunque creo que tú y tu imaginación lo descubristeis la noche del bosque. ¿O me equivoco?

¡Claro!, ahora cuadraba todo. Los colmillos, los ojos negros (en el caso de Marcus rojos), la rapidez, la fuerza. Tenía la respuesta delante de mí y no me había dado cuenta hasta ahora.

-Puede, o puede que no.

- ¿No me digas que no lo sabías?

-Mi imaginación no es como una imprenta sabes, necesita una base para poder funcionar.

-Una base, ya claro. Jaja

-Entonces, ¿eres un vampiro?

-Sí. Y ahora que por fin lo sabes ya puedes huir, eso si eres una chica lista claro está.

-Pues soy tonta entonces, porque no me pienso ir.

-Vamos, tengo colmillos. Creo que soy lo bastante malo como para que se alejen de mi. ¿No crees?

-No.

-Vamos cabezona, relaciona las cosas. Él es un vampiro al igual que yo y estabas aterrorizada, no me vengas ahora con lo de que “eso es otro tema” porque es lo mismo.

En cuanto acabo de hablar le pegue una bofetada(sin hacerle daño claro)

-Relaciónalas tú, porque que yo sepa, tú no eres igual que él.

-¿Ahora te da por las mentiras?

-Es la verdad, tú me protegiste, cuando él me llevo al bosque ¿no?

-Sí pero recuerda lo del bosque, no quiero que vuelva a pasar eso, y menos a ti.

-No pasara.

-Eso tú no lo sabes.

-Sí que lo sé. La prueba está el tu mismo ejemplo, el día del bosque, recuerda lo que pasó.

- Lo recuerdo perfectamente gracias. Yo intentando morderte y tú mirándome con tu cara de miedo.

-Y que más.

-Que yo recuerde, nada. ¿A dónde quieres i r a parar?

- A la cuestión de por qué no me mordiste.

-Porque sabía que eras tú por tú aroma y no lo dude un momento, debía apartarme de ti.

-Entonces si me reconociste entonces, me reconocerás siempre. ¿No?

-Puede que tengas rasó. A veces usas el cerebro para algo.

-¡Oye!

Ambos sonreímos y nos echamos unas carcajadas, después se acerco a mí, y me abrazó. Normalmente no me abrazaba así, sus abrazos solían ser por una causa y más suaves, pero este abrazo era fuerte, era como si no quisiera que me soltara de sus brazos y que me acercar más a él. Nos quedemos casi pegados, solo nos separaban mis brazos, que él cogió y colocó en su nuca.
Se acerco más y me agachó la cabeza, respiro profundamente y dijo:

-Tu aroma es adictivo, solo lo he aspirado un segundo y ya quiero más, más y más.

-No digas tonterías.

-Es verdad. Yo quiero algo más que olerlo, quiero sentirlo.

-¿Cómo…?

Según dijo eso me levanto la barbilla y me besó. Este beso jamás lo olvidaré. Fue fantástico, tierno, y apasionado. Después de su beso le di yo uno a él, y luego, el otro a mí. Solo quería estar con él así, para siempre, no dejarlo ir nunca.

Su mano derecha me soltó la cintura para ir a parar a mi mejilla derecha. Miró su reloj y dijo:

-Ufff, ya es muy tarde, será mejor que te acompañe a tu habitación.

-Mmmm... ¡oh! si será lo mejor.- dije con la cara más colorada que un tomate.

Entremos abrazados, al llegar a mi dormitorio, no quisimos soltarnos el uno del otro, por lo que se quedó a dormir en mi cuarto. Marta no estaba, pero era habitual en ella que por las noches se iba a algún lugar y regresaba al amanecer, yo nunca le pregunte a donde iba, la verdad no me importaba.

Por la mañana, cuando me desperté, no estaba, supuse que se había ido antes para que no lo pillara la profesora. Al ser sábado, no había clases. Aprovechemos el día y nos fuimos a investigar sobre Marcus en Internet.
Si yo recordaba bien, solo sabíamos su nombre. Resulta que nos salieron muchos resultados con el nombre de Marcus, por lo que tuvimos que dejar de buscar. La mayoría de los resultados eran fotos, pero como no le habíamos visto la cara no lo pudimos identificar. Nos fue imposible saber nada de él. ¿Sería el conde? ¿o el escrito?, aunque puede ser el zapatero…

-Bueno, pues hasta aquí llegamos, hay demasiados como para ir uno por uno. Si al menos lo hubiéramos visto. Además, esto es aburrido, me voy a la calle. ¿te vienes?

-Lo que a mí me extraña fue la cordialidad con la que me hablaba. ¿lo recuerdas?

- Si, y también otras cosa que no me gustan nada.

Al salir de la biblioteca borremos el historial. El resto del día pasó sin novedad, y por fin ese día logre dormir yo sola. Esa noche, tuvo que ayudar a su compañero con los deberes y no pudo venir a mi cuarto.

jueves, 2 de septiembre de 2010

Capitulo 4

La sombra

La noche era fría, más que de costumbre. Se notaba el invierno al doblar la esquina, ya que un aire frio te congelaba todo el cuerpo. Era de noche, las luces ya se habían apagado hacía bastante, la calefacción se escuchaba funcionar y el agua pasar por las tuberías.
Normalmente dormía como un lirón, nada ni nadie podían despertarme, pero hoy, me desperté sobresaltada.

Sentía una extraña presencia que me oprimía el pecho, no lo sabría describir bien, era como si me ahogara pero podía respirar perfectamente.

Me dirigí a la cocina a por un vaso de leche, había leído en un reportaje que era lo mejor para conciliar el sueño. Los pasillos estaban oscuros, por lo que cogí una vela, la encendí y empecé a dirigirme a la cocina.

No sé porque, volvía a sentir la opresión el pecho a cada paso que daba. Cuando entre en la cocina, escuché el ruido de un par de cacerolas cayendo al suelo y después un grito. Corrí hacia la procedencia del grito, la cocina estaba dividida en sectores, al sur las neveras y al norte la freidora y demás electrodomésticos, a la parte que debía ir era la norte.

Cuando llegué, vi a una sombra y digo una sombra porque entre la oscuridad y que llevaba un chaquetón hasta los pies, no se le veía nada. A parte del chaquetón logre vislumbrar unos ojos rojos. La sombra estaba atacando a Marga, la nueva cocinera, la anterior se había jubilado por la edad. Marga parecía dormida aunque tuviera los ojos abiertos. La sombra me vio y se esfumo junto con ella.

En la cocina solo quedemos el charco de sangre de Marga que se extendía por el suelo y yo. Eche a correr, con tal mala suerte que la zapatilla resbaló y me caí de pleno en el charco de sangre. Cuando me levante volví a correr con la dirección de la habitación de Arco. No se porque pero entonces me sentía que ese era el único lugar seguro.

Pique solo una vez y me abrió la puerta, por lo que deduje que él tampoco podía dormir.

- ¿Maya? ¿Te encuentras bien, deberías ir a la enfermería, estas sangrando?

- Lo… lo… lo… he visto

Estaba temblando de miedo, por lo que hablaba entrecortadamente. Arco me agarro y me preguntó:

- ¿Maya, que has visto? ¿O a quien?

- A… a…al asesino que todos buscan o eso creo.

Me obligó a sentarme en la cama mientras fue a por una toalla para limpiarme.

- Explícate.

- Veras…

Se lo explique todo desde que me levanté a por un vaso de leche. De repente, después de que hubiera acabado de limpiarme dijo asombrado.

- ¿Qué raro?, no tienes ni un arañazo.

- Ya te lo dije la sangre no es mía es la de Marga.

- La cocinera

- Aja.

Mientras se lo estaba contando solté unas cuantas lágrimas.

-Tranquila,-decía mientras me abrazaba y acariciaba la espalda.- no pasara nada, no te hará nada.

-¿Qué no? Esa cosa me miró y por lo que hace no creo que le gusten los testigos. Vendrá a por mí, te lo aseguro.

-No de eso nada, yo no lo permitiré.

-Yo seré la siguiente.

Me estaba asustando yo misma, cada vez más y más, me estaba empezando a poner paranoica, cuándo Arco me sacudió y me pego una torta, que casi ni la sentí, para que espabilara.

-¡Maya! Espabila.

-Tengo miedo.

-Yo te protegeré.

- ¿Cómo? Esa cosa parecía invencible. Y da mucho miedo.

- ¿De veras? Yo creo que si es posible vencerlo.

- No digas tonterías, ¿cómo vas a saberlo?

- Créeme cuando te digo que puedo acabar con él.

Parecía tan seguro de sí mismo por lo que solo le pude decir:
- Vale, te creo.

- Bien. Esta noche dormirás aquí.

- ¿Cómo? ¿Aquí?

- Si, ¿algún problema?

-No, ninguno, ninguno.- Por como me sentía supongo que tenía las mejillas coloradas.

Esa noche no durmió nada de nada. Por la mañana parecía desvelado, como si hubiera dormido toda la noche. Los profesores anegaron que la sangre fuera de Marga, dijeron que era de un pollo que habrían preparado las cocineras o algo por el estilo. Lo que sí se sabe es que Marga no apareció más.

lunes, 23 de agosto de 2010

Capitulo 3

MENTIRAS

Al final no ocurrieron más asesinatos y la policía dejo de investigar, pero el miedo seguía en el cuerpo de los otros estudiantes y de los profesores, ya que al asesino no lo atraparon y seguía suelto, no sabían si se había ido o si seguía escondido en el bosque, esperando a otra oportunidad.

Arco seguía estando extraño y sus ojos se oscurecieron un poco, no sé muy bien porque pero me evitaba en los recreos, creo que era por vergüenza o por miedo. Así que empecé a preguntar a sus amigos y resulta que por las noches, según su compañero de habitación Mateo, se escapaba por la ventana pero nunca se atrevía a seguirle por si acaso era algo malo.

Esa noche, me escondí detrás de un árbol y espere, como había dicho Mateo ahí estaba Arco, se había escapado por la ventana y se dirigía hacia el bosque, yo lo seguí desde una distancia razonable para que no me descubriera.

En la mitad del bosque, según yo había calculado, se detuvo, miro a ambos lados por lo que me tuve que volver a esconder detrás del árbol y luego empezó a… ¡Olisquear! No me lo podía creer, estaba olisqueando como un perro, si lo hubiera sido, se diría que estaba buscando un rastro de algo.

Al rato, se esfumó en la nada, fue un visto y no visto. Yo seguí esperando a ver si volvía a aparecer, pero nada, al final me estaba quedando dormida. En una de estas cabezadas una sombra se deslizó delante de mí hasta estar a escasos centímetros de mí.

No me lo creía, era Arco, la sombra era él. Pero tenía algo raro, unos colmillos muy afilados y sus ojos eran negros, creo que se dio cuenta de que era yo porque se fue esfumándose.

Luego no sé lo que pasó, puede que me durmiera o que me desmayara por el susto, sea como fuere tuve un sueño la mar de raro en el que aparecía Arco, mordiendo a los profesores, no sé porque pero creía de verdad en el sueño que él era el asesino.

Estaba en medio del sueño cuando sentí una leve brisa, la misma que me despertó. Me encontraba en la enfermería, lo primero que vi fue a una enfermera tomándome el pulso.

- ¿Qué pasa? ¿Qué hago aquí?

- Tranquilízate, estas en la enfermería.

- ¿Pero cómo he llegado hasta aquí?

-Un chico te trajo en brazos, parecía muy preocupado, deberías decirle que ya estás bien.

- ¿Cómo que me trajo un chico? – en ese momento me vino a la cabeza lo último que había visto, a Arco muy cerca de mi, guau, demasiado cerca.

–Y ¿Dónde me encontró?

- Pues él dijo que en los pasillos que llevan a la biblioteca, que erais buenos amigos y que estaba muy preocupado, hasta que no te diagnostique no se fue, ese chico siente algo muy fuerte por ti.

-Gracias por decírmelo. Puedo irme a clase ya, estoy bien.

-Sí, claro, seguro que fue por el cansancio, eso mismo se lo dije al chico, pero se fue un poquito mosqueado.

-Adiós.

-Igualmente jovencita.

Lo primero que hice nada más salir de allí fue irme a mi cuarto a cambiarme de ropa, llevaba la ropa del día anterior, y no estaba muy a gusto. Después ya encontraría a Arco y le pediría que me lo explicara todo desde el principio.

Después de cambiarme de ropa, me recorrí todos los pasillos, todas las habitaciones y recovecos pero no lo encontré, por lo que decidí mirar fuera, cuando salí lo vi sentado en la fuente leyendo un libro, con ese aura que a mí me gustaba tanto, cuando se dio cuenta de que me acercaba se fue.

Por lo que volví a buscarlo, pero nada, no daba señales de vida, pregunte a todos los profesores, a su compañero Mateo, a Marta… pero nada, no apareció en ese día.

Pasaron los días y él seguía esquivándome, cuando acababa la clase salía corriendo y durante ella no hablaba. Gracias a Mateo conseguí quedarme a solas con él en el baño. Yo estaba enfadada, quería una explicación y hoy la iba a tener sea como fuere.

- ¿Qué narices te pasa, Arco?

- Me lo dice la que me ha encerrado en el baño con una escusa de Mateo. ¿No te parece extraño que me convenciera de que alguien se había quedado encerrado, para que viniera?, ahora vengo y te encuentro a ti, muy extraño ¿no crees?

-Sabes porque he tenido que hacerlo.

Cada vez se iba acercando a mí y me iba acorralando contra la puerta.

-¿Ah sí…? ¿Segura?

-Venga ya claro que lo sabes, es por lo de la otra noche.

-¡Ah! Con que querías darme las gracias eh. Podías haberlo dicho antes, yo aquí sacándome los pensamientos y no se me ocurría el porqué de la cuestión.

- No me vengas con esas, digo lo del bosque. ¡Te vi, no me mientas, casi me atacas!

- ¿Estas tonta oh qué?, yo te encontré en los pasillos y te lleve a la enfermería, eso lo habrás soñado.

-Ya claro, y tus “escapaditas” al bosque también ¿no? Que Mateo me lo ha contado todo.

- No te importa lo que yo haga o deje de hacer.

Estábamos escasos centímetros uno del otro, yo como siempre me quede con la boca abierta al ver sus ojos verde claro otra vez, era raro porque por la noche eran oscuros, sus labios también muy cerca, por lo que mi corazón empezó a latir muy rápido y me faltaba la respiración, creo que a él también le pasaba porque se apartó con rapidez y siguió la conversación mirando a la pared.

-Esto no debería de estar pasando.

-¿el qué?

-¡Esto!, te tendría que asustar estar tan cerca de mi después de lo de anoche, no tendrías que querer hablarme, ni… ni querer verme más.

Estaba triste y creo que a punto de llorar, pero se contuvo seguramente porque no estaba solo.

-¿te crees que con eso me iba a acobardar?

-¿de verdad que soy tan malo como para no darte miedo?

Soltó una de las risitas que tanto me gustan, por lo que note una mejoría en su estado de ánimo. Arco ya no estaba triste y estaba… ¿sonriendo? Es increíble.

-Estás hablando con la chica que…, que… -se me trababan las palabras en la garganta y me costaba realizar una palabra completa. También me lloraban los ojos, ya que me acordaba de ese día, el día en el que todo cambio para bien o para mal, según se mire.
Arco se acercó y con sus dedos me limpió dos lagrimas traicioneras que se habían escapado.-… que… vio… a… su… padre… matar… matar… a… su… madre… y… luego… suicidarse… el… mismo…dejándome sola en este mundo.

-No lo sabía.-dijo mientras me abrazaba muy fuerte.- Perdóname, no lo sabía, de veras que no tenía ni idea.

- Ya lo sé, es que no me gusta ese tema, normalmente no me acuerdo pero… pero me cuesta mucho olvidarlo.

Otras dos lágrimas se me escaparon y me volvió a abrazar, pero esta vez yo también le abracé.

Estuvimos un rato así, hasta que se me paso la llorera. Después me acarició la cara, el papo derecho, le salió una sonrisa de lado a lado de la cara a la que yo seguí con otra sonrisa.

Después, como siempre me acorde de que seguíamos muy cerca el uno del otro y me puse tan roja como un tomate, el se rió más todavía y seguido se fue, dejándome sola en el baño.

Yo deseaba saber su secreto pero creo, que por mucho que le suplicara con mi cara de pena, no me lo iba a contar, así que como el enfado, lo deje pasar.

El resto del verano nos lo pasemos muy bien, la mayoría de las veces nos dormíamos viendo las estrellas en el estanque, otras nos chiscábamos en la fuente, normalmente él lo esquivaba y yo siempre me quedaba empapada.

Un día de esos, si yo recuerdo bien, estaba mirando los peces del estanque y Arco me sorprendió por detrás y me caí de pleno, los peces se fueron y yo me quede empapada, esa tarde, nos reímos un montón juntos. Mientras una extraña figura nos observaba desde unos arbustos, oculto completamente.

Llego septiembre y con él las clases, un día sentía curiosidad en saber quién era el más grande de los dos, así que le pregunte su fecha de nacimiento. Resulta que él es más mayor, pero por un día.
¡Increíble! Las fechas eran, 21 y 22 de junio. No habíamos nacido el mismo día por casualidad.

Este año no lo pudimos celebrar, ya que no nos conocíamos bien y no lo sabíamos. Así que planeamos celebrarlo el año que viene el mismo día.

domingo, 22 de agosto de 2010

Capitulo 2

EL PRINCIPIO DEL MAL


Llegaron las vacaciones de verano muy rápido. Ya no había colegio, por lo que podíamos estar hasta tarde en la calle, antes hasta las ocho, ahora hasta las diez o las once.

Una tarde de esas le estaba mostrando a Arco el estanque de detrás del edificio, bueno más bien paseando porque íbamos de la manita como una parejita, pero era porque me caía cada dos por tres y así podía agarrarme antes de caer.

De repente oímos algo caer en el centro del estanque. Nos acercamos y lo atrajimos hacia la orilla. Era un cadáver, pero no uno cualquiera, era el del profesor de matemáticas, Francis.

Tenía algo raro, una especie de mordisco en el cuello que me dio un escalofrío, se lo mostré a Arco y me aparto rápidamente. Su cara no era de asombro como la mía, era de extrañeza, seguramente estaría pensando en que fuera otra persona, ante la duda iba a preguntarle que le parecía pero no me atreví, tal vez por la respuesta que recibiría.

Arco me alejo de el cadáver y lo dejemos en la orilla, Arco me acompaño a mi habitación mientras me agarraba de la cintura para que no me cayera, nada más llegar a las habitaciones del centro llamamos a la policía, seguido me acompaño a mi habitación, se despidió con un beso en la frente.

Por la mañana llegaron los coches patrulla y entre las caras de los niños había preocupación, miedo y tristeza. Estaba claro que ese día no se podía ir al estanque. Recordé que la mordedura no era normal, ya que no se veían más que dos punzadas, como si fueran las mordeduras de dos… colmillos.

Estuve toda la tarde enfrascada en la biblioteca buscando noticias parecidas, pero no había muchas, y encima eran sobre vampiros, los no muertos,… eso no podía ser, los vampiros no existen por lo que era imposible que eso hubiera pasado.

A la semana siguiente pasó lo mismo, pero esta vez fue Marta la que encontró a la profesora de arte, Georgina, en el bosque. La profesora tenía los mismos mordiscos que el profe de mate. Yo creía que era el mismo asesino, ya que los dos tenían las mismas punciones, y en los mismos sitios. Era extraño pero la policía no quiso escucharme, así que pase del tema.

martes, 17 de agosto de 2010

Presentación

ola, creo que me anticipe a escribir la historia, pero estaba deseando que alguien me diera su opinión

Saguire subiendo los capitulos en el menor tiempo posible.

Porfavor comenten pliss

domingo, 15 de agosto de 2010

Amor prohibido

Prefacio
Era un día lluvioso, me encontraba en mi casa, calentándome en la chimenea, las chispas del fuego eran muy bonitas. De pronto escuche un disparo seguido de un grito agudo, me deshice de la manta de lana hecha por mi abuela como regalo de cumpleaños y fui corriendo hacia la procedencia del sonido, allí encontré un escenario muy escalofriante para más de uno.


Mi padre había disparado contra mi madre y su grito de dolor fue lo que escuche. El primer disparo le dio en el brazo pero el segundo acertó de pleno bajo mi atenta mirada. Mi madre su derrumbó delante de mí y mi padre al ver que lo había hecho delante de mis ojos, se disparó a sí mismo.

Ese fue un episodio de mi vida que jamás olvidaré ya que por su culpa me hayo en un orfanato cubierto por la niebla todos y cada uno de los días del año.

Al principio no conocía a nadie pero a medida que paso el tiempo conocí a varias personas, entre las que se encuentran; mi mejor amiga Marta, una amiga mía llamada Mirana, la maestra Marina, la cocinera Marga y muchas personas más…

Pero este año algo más raro va a pasar, algo que cambiara mi vida para siempre, y la visión de este mundo que tan bien conozco será cambiado. Para averiguarlo solo tenéis que pasar la hoja y echar un vistazo.




Capitulo 1

El comienzo

El orfanato es un edificio grande, cuyos pasillos son laberintos ya que por mucho que los conozcas siempre encontraras uno nuevo, una nueva puerta o un nuevo escondrijo. Tiene un jardín enorme, es de un tono verde claro precioso. La portilla que nos separa del exterior es negra con un lobo dorado en medio, como reflejo de la historia del orfanato la hicieron construir. El camino que lleva a la portilla se divide en dos por medio de un cruce circular en cuyo centro hay una fuente de mármol blanco, cuyas aguas son traslúcidas. Normalmente podemos ver a algún que otro pececillo en el estanque que hay detrás del edificio, al que podemos llegar por el otro camino. Justo enfrente del orfanato, hay un gran bosque en el que pasaba al principio todos los días del curso, porque me sentía segura y en compañía.

Estábamos a mediados de curso, hacia un sol de verano muy agradable, por lo que todos estábamos fuera, era raro que en el recreo haya alguien dentro y menos si hace un sol como el de hoy. Mi amiga Marta y yo estábamos sentadas en la fuente como todos los días, contándonos como habíamos pasado el día y que podíamos hacer esta tarde, ya que abren las puertas a eso de las cinco, eso si teníamos que estar en el orfanato antes de las nueve. De repente la portilla se abrió y entró una furgoneta negra.

Unos niños de primer curso estaban jugando a la pilla y no se dieron cuenta de su presencia, por lo que Marta y yo los cogimos de la mano y los salvemos de ser atropellados, nos dieron las gracias y se fueron a jugar a otra parte corriendo.

El director, Mr.Mackencie, y los maestros detrás de él salieron del edificio, raudos a abrir la puerta de la furgoneta. Por lo que nosotras entendimos que era alguien importante. De la furgoneta salió un chico de mi edad, le eche unos dieciséis años más o menos.

Yo no lo conocía pero el parecía que a mí sí, me saludo por mi nombre y me guiño un ojo. Sus cabellos eran negros como el carbón y sus ojos eran de un verde claro asombroso, pero dependiendo de la dirección del sol se acercaban más al gris o al verde. No fui la única que me quede con la boca abierta, pero si a la que más se le notaba por lo que mi amiga Marta me dio un codazo para que la cerrara.

El chico entró en el orfanato seguido por el director y los maestros. Segundos después la furgoneta se fue, yo la recordaba porque fue la que me trajo aquí después del suceso.

En ese momento sonó el timbre, era la hora de irse a clase. Cuando lleguemos estábamos tan absortas en nuestra conversación que no nos fijamos. La profesora mando callar y saludó. Nosotros, como siempre, la imitemos. Después, presentó al chico que estaba a su lado, el mismo chico que se había bajado de la furgoneta. Cuándo me di cuenta estaba hablando en voz alta, y encima de sus ojos verdes, pase una gran vergüenza. Todos se rieron menos él, que solo sonrió, dejando ver su sonrisa brillante y sus dientes perfectos.

El único sitio libre era mío por lo que se sentó a mi lado, para mis adentros mi mente se dividía en dos. Uno decía que hablara con él y me presentara, en cambio el otro decía que no hablara, que ya había pasado mucha vergüenza por un día y que si quería saber algo que lo preguntara.

Cuándo me di cuenta otra vez lo estaba observando, pero esta vez no hablaba, solo lo miraba. La profesora soltó un libro muy gordo en mi mesa por lo que desperté de golpe. Me encargó a mí ser su guía por el orfanato como castigo por no prestarle atención. Otra vez mi mente se dividió en dos. Una decía que no, pero la otra decía que si que por intentarlo no perdía nada y además podía conocerlo mejor. Resulta que su nombre es Arco.

A parte de enseñárselo íbamos hablando, por lo que acabé de enseñárselo a la hora de cenar, como no conocía a nadie cenemos juntos. No sé porque pero no soportaba su mirada, me quedaba atontada cada vez que me giraba hacia él. A partir de entonces nos hicimos buenos amigos.