miércoles, 9 de mayo de 2012

Capitulo 4

A la mañana siguiente nos despertamos sobre el mediodía, por lo que empezamos a empacar las cosas hasa las cinco mas o menos.
Arco nos había pedido en la comida que estuviéramos lisas a las ocho porque es viaje era muy largo y era muy duro. El viaje a Reino Unido era de dos horas, sin contar el viaje que hay que dar hasta Madrid y luego llegar al pueblo que no es fácil de encontrar. A mi no me parecía tan largo pero como nunca antes he ido al extranjero no puedo opinar.

Eran las ocho y aun no habiamos acabado, nos quedaba la mitadde las cosas de Marta.
- Chica pero ¿porque narices tienes tantas cosas?
- Ay chica, hay que tener detodo para cualquier situación.
- Aún así es mucha ropa y encima mira- dije mientras le mostraba una camiseta roja que ademas de ser dos tallas pequeña estaba rota-¿para que te sirve esto?
- Pues... eso exactamente no me sirve para nada.
La discusión se acabo cuando mi móvil comenzó a sonar.
-¿si?...Si vale...pues unos cuantos minutos... vale me apuraré, un beso.
-¿Era Arco?
- Si, el avión saldrá dentro de una hora, me ha dado solo unos minutos mas así que manos a la obra.
-Si- dijo remangándose el jersey hasta el hombro y enseñándome un supuesto bíceps- manos a la obra.
Acabamos de recoger diez minutos después, nos despedimos y nos fuimos, era la hora de ir al aeropuerto.

El viaje duró ocho horas. era la primera vez que viajaba en avión, estaba tan nerviosa que la azafata me dio un somnífero para poder dormir por lo que me quede dormida en poco tiempo.

Me despertó una voz familiar, cálida y masculina.
- Maya, venga, despierta.
-Un poquito maaasss porfavooor.
- Por mi te dejaba pero es que ya hemos llegado y quería que conocieras a alguien.
-Uhm,¿a quién?
-A mis tíos.
-¿han venido al aeropuerto?
-¿Qué?, no, Maya, estamos en un taxi, Marta y Mateo se han ido en otro a instalarse, hace varias horas ya que nos hemos ido.
- ¿Y hemos venido sin avisarles?¿Y si no están en casa?
-Tranquila, les avise cuando embarcamos y nos están esperando, venga vamos.
-Vale.
Salí del taxi y mire, bueno intente mirar lo que me rodeaba porque Arco no me dejo ni girar la cabeza. Se e notaba que estaba muy nervioso.Un mayordoma nos abrió la puerta y nos condujo por un pasillo muy largo.
Los muros eran de piedra, las luces estaban colocadas de forma que parecían antorchas. en el suelo había una alfombra color rojo con un borde dorado a juego con la decoración. Figuras de gárgolas y cuadros de antepasados colgados en las paredes hacían de aquel pasillo un lugar tenebroso.

El mayordomo nos acompaño al vestíbulo de la casa y después se dirigió a otro pasillo. En la casa había pasillos por todas partes, " y yo que pensaba que el orfanato era un laberinto".

Al fin se detuvo delante de una puerta enorme  de madera de roble. El mayordomo picó a la puerta y excusándose entró a la habitación. No pasó ni un minuto cuando regresó indicándonos que podíamos pasar.
Arco se adelantó mientras yo me fijaba en las paredes de la habitación. El salón era como una gran biblioteca, todas las paredes estaban repletas de estanterías en las que había libros de todo tipo, en el suelo enfrente de una enorme chimenea estaban dos sillones individuales, entre ellos había una mesa y una alfombra de oso .
- Maya, estos son mis tíos, José y Marina.
- Encantada de conocerte querida.-dijo Marina, extendiendo la mano.
- Yo también estoy... encantada.-dije apretando la mano de Marina, tenía las manos sudando y  me temblaban las rodillas de los nervios.

José aparentaba unos veinte años, tenía el cabello castaño oscuro, tez pálida y ojos negros como el carbón. Era un hombre atractivo pero precia un hombre serio, básicamente no se había movido durante toda la conversación y había permanecido de pie al lado de su mujer, era como si lo hubieran pegado con cola.
En cambio, Marina era una mujer esbelta, rubia oscura con ojos como el agua y tez pálida, desprendía un sentimiento de seguridad y serenidad. No entendía como pudieron haberle hecho eso a Arco, con lo buenas personas que parecían, esto es un gran ejemplo de el dicho " no hay que judgar un libro por su portada".


Después de la presentación nos dirigimos a nuestro nuevo hogar, nuestra casa... que difícil se me hacía decir eso. Salimos por la puerta y nos subimos de nuevo al taxi. Bajé la ventanilla y me asomé para poder ver el paisaje, esta vez Arco no me impediría verlo, me fije en cada detalle de él, como si fuera la última vez que lo fuera a ver.


Era como un paraíso natural, enfrente del castillo y alrededores se extendía un manto de flores amarillas. En una zona desaparecían las flores para dar lugar a un enorme árbol.
Alan se lo hubiera pasado genial en este sitio, corriendo detrás de la pelota o de un palo.



Por fin el txi se detuvo y nos bajamos, un hombre de mediada edad más palido que la leche salió de la enorme casa, recogió las maletas y mientras lo hacía nos dijo:
-Bienvenidos a casa señores.
Este sería el primer día de todos los que iba a pasar en esta casa con mis amigos en esta enorme y preciosa casa.