lunes, 20 de septiembre de 2010

Capitulo 8

siento la tardanza, pero con las clases ya se sabe XD



El misterio

Al llegar al orfanato, el director nos estaba esperando en la puerta, resulta que Mirana le había contado lo de la playa. Al director no le gustó que nos hubiéramos escapado para irnos. Mirana le había contado que yo había propuesto la idea y que debía ser yo la castigada. Arco salió en mi defensa.

- Señor, no le haga caso, Maya no sugirió nada, la que lo sugirió fue Marta y encima, Mirana estaba delante cuando lo dijo. ¡Es una mentirosa!

- Me da igual a quién se le haya ocurrido la idea, conocéis las normas. Os pasaréis una semana entera fregando los platos para compensarlo. Todos, y cuándo digo todos me refiero a todos.

- Pero señor yo…-suplicó Mirana.

- Tú nada, a mí no se me engaña señorita, tú estarás dos semanas.

- Pero…

- Pero nada.

Cuando acabó de hablar, el director nos exigió que nos fuéramos a nuestras habitaciones, pero Mirana se fue corriendo dirección al bosque. Supongo que quería estar sola un rato.

¡Qué divertido! Por culpa de Mirana nos tenemos que quedar castigados, ¿no se podía haber estado calladita?
Pensé que ese rato iba a ser aburridísimo pero me lo pase muy bien, ya que los grifos se pueden alargar. La mitad del tiempo nos lo pasábamos empapándonos los unos a los otros, eso sí, Mirana no apareció ni un solo día.

Los días pasaron y cada uno de ellos sentía una presencia que me observaba. Era Mirana, la que a hurtadillas me espiaba y me seguía como si quisiera saber donde estoy las 24 horas del día.
El último día de castigo, Mirana me siguió hasta mi habitación y allí me dijo:

- Bonita habitación, nunca había venido, es…preciosa.

¿Qué quería decir con eso? Mi habitación era de tamaño mediano, las paredes azul claro y el techo blanco. Casi la mitad de la habitación estaba ocupada por las dos camas, En una esquina hay un armario, en el que supuestamente caben las ropas de dos personas. A parte de los posters puestos a cosecha de Marta, mi habitación era de lo más normal, como todas.

- ¿Qué quieres Mirana?

- Te debo una explicación sobre el chivatazo y aparte, necesito contarte un secreto.

- ¿Cómo dices? O sea que después de lo que nos has hecho, ¿esperas que te escuche?

- Por favor, necesito contárselo a alguien y tú eres una chica de confianza, venga, porfi.

- Está bien, vamos.- dije con tono de resignación.

- No. Ahora no, esta noche, en la entrada.

Acepté la invitación y esa noche me dirigí a la entrada, Mirana ya estaba allí esperándome. No le pareció el mejor sitio para hablar por lo que nos dirigimos al bosque y por más que la avisara de que allí no iba a ir, ella contestaba que sí que allí era el único sitio donde no nos iban a molestar. Hoy el bosque parecía más siniestro, los árboles no dejaban entrar ni un rayo de luna y los animales nocturnos ya habían salido a buscar su cena.

Cuando lleguemos al interior del bosque ella se detuvo dándome la espalda y empezó a mirar a ambos lados, como buscando a alguien. Me empecé a mosquear de su extraño comportamiento, en ese momento, de entre los arbustos salió una sombra y se situó a su lado.

- Muy bien hecho Mirana, así se hace.

- Gracias señor, he hecho lo que me ha pedido con mucho gusto.

- Mirana, ¿pero qué estás haciendo? Él es el que provocó todo lo que pasó con los profesores.

Mirana se giró y me miro sorprendida, como si supiera lo que había hacho durante todo este tiempo. Era una trampa y yo había caído de llena.

- ¿Dónde estoy? – Mirana miró a ambos lados con aire irónico.- ¿Maya, que hacemos en el bosque? – dijo entre carcajadas.

- ¡Mirana, eres una traidora!

- ¿Qué? ¿De qué hablas? yo he estado siempre de su lado.

- Bueno ya está bien, te puedes retirar.

Marcus Marcus chasqueó los dedos y Mirana se esfumó en una nube de polvo.

- ¡Nooo!

- Tranquila, solo era un títere, la verdadera está sana y salva en el orfanato. Y gracias a ti, se que Arco no controla sus poderes o que aún no los ha descubierto.

Antes de que acabara de hablar eche a correr aterrorizada, sin mirar atrás, sabiendo que estaba sola en el bosque y que Arco no sabía de mi situación. Solo podía desear que no metiera la pata y que mis piernas me dejaran llegar al orfanato.

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