lunes, 20 de septiembre de 2010

Capitulo 8

siento la tardanza, pero con las clases ya se sabe XD



El misterio

Al llegar al orfanato, el director nos estaba esperando en la puerta, resulta que Mirana le había contado lo de la playa. Al director no le gustó que nos hubiéramos escapado para irnos. Mirana le había contado que yo había propuesto la idea y que debía ser yo la castigada. Arco salió en mi defensa.

- Señor, no le haga caso, Maya no sugirió nada, la que lo sugirió fue Marta y encima, Mirana estaba delante cuando lo dijo. ¡Es una mentirosa!

- Me da igual a quién se le haya ocurrido la idea, conocéis las normas. Os pasaréis una semana entera fregando los platos para compensarlo. Todos, y cuándo digo todos me refiero a todos.

- Pero señor yo…-suplicó Mirana.

- Tú nada, a mí no se me engaña señorita, tú estarás dos semanas.

- Pero…

- Pero nada.

Cuando acabó de hablar, el director nos exigió que nos fuéramos a nuestras habitaciones, pero Mirana se fue corriendo dirección al bosque. Supongo que quería estar sola un rato.

¡Qué divertido! Por culpa de Mirana nos tenemos que quedar castigados, ¿no se podía haber estado calladita?
Pensé que ese rato iba a ser aburridísimo pero me lo pase muy bien, ya que los grifos se pueden alargar. La mitad del tiempo nos lo pasábamos empapándonos los unos a los otros, eso sí, Mirana no apareció ni un solo día.

Los días pasaron y cada uno de ellos sentía una presencia que me observaba. Era Mirana, la que a hurtadillas me espiaba y me seguía como si quisiera saber donde estoy las 24 horas del día.
El último día de castigo, Mirana me siguió hasta mi habitación y allí me dijo:

- Bonita habitación, nunca había venido, es…preciosa.

¿Qué quería decir con eso? Mi habitación era de tamaño mediano, las paredes azul claro y el techo blanco. Casi la mitad de la habitación estaba ocupada por las dos camas, En una esquina hay un armario, en el que supuestamente caben las ropas de dos personas. A parte de los posters puestos a cosecha de Marta, mi habitación era de lo más normal, como todas.

- ¿Qué quieres Mirana?

- Te debo una explicación sobre el chivatazo y aparte, necesito contarte un secreto.

- ¿Cómo dices? O sea que después de lo que nos has hecho, ¿esperas que te escuche?

- Por favor, necesito contárselo a alguien y tú eres una chica de confianza, venga, porfi.

- Está bien, vamos.- dije con tono de resignación.

- No. Ahora no, esta noche, en la entrada.

Acepté la invitación y esa noche me dirigí a la entrada, Mirana ya estaba allí esperándome. No le pareció el mejor sitio para hablar por lo que nos dirigimos al bosque y por más que la avisara de que allí no iba a ir, ella contestaba que sí que allí era el único sitio donde no nos iban a molestar. Hoy el bosque parecía más siniestro, los árboles no dejaban entrar ni un rayo de luna y los animales nocturnos ya habían salido a buscar su cena.

Cuando lleguemos al interior del bosque ella se detuvo dándome la espalda y empezó a mirar a ambos lados, como buscando a alguien. Me empecé a mosquear de su extraño comportamiento, en ese momento, de entre los arbustos salió una sombra y se situó a su lado.

- Muy bien hecho Mirana, así se hace.

- Gracias señor, he hecho lo que me ha pedido con mucho gusto.

- Mirana, ¿pero qué estás haciendo? Él es el que provocó todo lo que pasó con los profesores.

Mirana se giró y me miro sorprendida, como si supiera lo que había hacho durante todo este tiempo. Era una trampa y yo había caído de llena.

- ¿Dónde estoy? – Mirana miró a ambos lados con aire irónico.- ¿Maya, que hacemos en el bosque? – dijo entre carcajadas.

- ¡Mirana, eres una traidora!

- ¿Qué? ¿De qué hablas? yo he estado siempre de su lado.

- Bueno ya está bien, te puedes retirar.

Marcus Marcus chasqueó los dedos y Mirana se esfumó en una nube de polvo.

- ¡Nooo!

- Tranquila, solo era un títere, la verdadera está sana y salva en el orfanato. Y gracias a ti, se que Arco no controla sus poderes o que aún no los ha descubierto.

Antes de que acabara de hablar eche a correr aterrorizada, sin mirar atrás, sabiendo que estaba sola en el bosque y que Arco no sabía de mi situación. Solo podía desear que no metiera la pata y que mis piernas me dejaran llegar al orfanato.

viernes, 10 de septiembre de 2010

Capitulo 7

El bosque

Cuatro coches de policía estaban parados delante del orfanato, y un policía descansaba sentado en uno de los capos de los coches patrulla. Cuando íbamos a pasar nos detuvo.

- Alto, nadie puede entrar ni salir del edificio.
El hombre aparentaba tener más o menos veinte años, tenía los cabellos dorados y cortos. Sus ojos hacían saber que era policía, ya que se le notaban las ojeras de varios días.

- ¿Qué ha ocurrido?-Preguntó Arco, asustado y confundido.

- Dos niños de primaria fueron secuestrados, pero a eso de las cuatro el secuestrador se dejo ver cerca del bosque con ellos, por lo que lo seguimos y en medio del bosque delante de nuestros ojos les mordió el cuello, menos mal que solo fue un mordisco, porque sino pobres niños, bueno, que ahora están en la enfermería. Aún lo estamos buscando, ya que se esfumó de la nada, y por eso nadie puede entrar ni salir.

- Gracias por la información, y ahora por favor déjenos pasar, ya que somos alumnos y habitantes del orfanato.

- Anda, pues haberlo dicho antes hombre.

El hombre nos dejó pasar y a los pocos minutos llegó otro a su lado, parecía más joven, y por lo que dijo después lo comprobé:

- Marcos, nos llaman por la emisora, han recibido un aviso de robo en la comisaría, debemos irnos ya.

- Vale, ya voy, a ver si este no se nos escapa delante de los ojos.

Arco me paso el brazo por el cuello e hizo que nos detuviéramos, dejando a Marta caminando sola hacia el instituto. A los pocos minutos, Marta había cruzado la puerta del orfanato y Arco y yo nos encaminábamos hacia el bosque.

Llegamos a lo más profundo del bosque. Nos detuvimos y Arco se empezó a alejar, yo por miedo a quedarme sola en aquel bosque, iba muy pegada a él.

- ¡Aléjate de mí!

- ¿Qué? ¿Por qué?

- Porque tu olor no mi permite oler nada más, y estamos intentando encontrar a Marcus, ¿no?

- Ah, vale, ahora me alejo.-dije con tono sorprendida.

- ¿Por qué pensabas que era entonces?

Nos fuimos acercando más y más, yo daba un paso hacia atrás a veces para no estarlo, pero llegó un punto en el que no pude retroceder más, ya que estaba con un árbol a la espalda. Estábamos a escasos centímetros el uno del otro, por lo que le veía los ojos perfectamente, eran verdes claro, eran cálidos y preciosos. Arco me paso los brazos por la cintura y yo se los pase por el cuello.

- Te quiero. Y lo que más deseo en este mundo es estar lo más cerca posible de ti, no al contrario.- me dijo.

Estábamos a punto de besarnos cuando de pronto, se oyó una voz proveniente de algún rincón del bosque.

- ¡Ohh!, de verdad que hacéis una pareja preciosa, sois tal para cual, la pena es que no durareis para siempre.- La voz sonaba por encima de nuestras cabezas.
Arco se alejó de mí y fue al mismo centro de la zona en la que estábamos para intentar olerlo y encontrarlo.

Yo tenía miedo de quedarme como estaba, sola, muy lejos de Arco, teniendo a Marcus cerca, muy cerca, incluso demasiado, ya que en unos pocos segundos se puso detrás de mí. Me asustó por lo que pegue un mini grito. Arco al oírlo, sin darse la vuelta para comprobar porqué el grito, se colocó entre Marcus y yo. Arco se coloco con las piernas dobladas un poco, enseñó los dientes y con los brazos extendidos hacia atrás me protegía y se preparaba para atacar.

- Querida Maya que alegría volver a verte. Y también es un placer verte a ti Arco.

- Grrrr.

- Tranquilo, no pierdas los nervios delante de Maya, dios sabe lo que le puede ocurrir entonces. Ja jaja.

- ¡Márchate, y déjanos en paz!-Arco parecía que echaba chispas por los ojos de lo enfadado que estaba.

- Mírale, no creo que aguante mucho más, creo que sería mejor que te alejaras de él, Maya.
- ¡Cállate!, ella no se va a ningún lado.

- Eso lo elegirá ella ¿no crees?

- ¡He dicho que te calles!

Arco, perdiendo los nervios, me empujó un poco hacia atrás y a la vez se impulsó hacia adelante. Marcus lo esperaba, preparado para defenderse. Se pelearon con tanta velocidad, que solo pude ver algunas partes de la pelea. Unas veces Arco ganaba, otras era Marcus. Al final, Arco se cayó a escasos centímetros de mí, agotado, por lo que corrí a su lado para ayudarlo a lo que pudiera.

- ¿Te creías que me podías ganar? ¡Pero si solo eres un niñato sin experiencia!

- ¡Arco!

Según exclamé eso, Marcus desvió su mirada hacia mí y se acercó rápidamente, agarrándome muy fuerte y alejándose de Arco al mismo tiempo.

- ¡Mira pequeño Arco, mira lo que tengo entre mis brazos! Seguro que te mueres por tenerla así tú.

- ¡Suéltame!

Empecé a forcejear para poder liberarme, pero me resultó imposible.

- ¿quieres estarte quieta de una santa vez?

Sus intenciones no eran hacerme daño, sino provocar a Arco. Arco, aunque estaba agotado, se levanto muy despacio, sin quitarle los ojos a Marcus. Entonces sucedió algo que ni siquiera una persona madura no lo soportaría: el peligro.

Marcus deslizó su lengua por mi cuello, luego los labios. Arco estaba que mordía, pero aguantaba porque estaba yo en medio de los dos. Pero toda persona tiene un límite de paciencia, y el de Arco fue cuándo Marcus sacó los colmillos para morderme.

- Mmmm, si su olor y su tacto son así, ¿cómo será su sabor?

Arco entró en cólera sin importarle que yo estuviera en medio. Se lanzó contra Marcus empujándome a mí y golpeándome en la espalda con un árbol.

Marcus lo estaba esperando, lo agarró por el cuello y lo lanzo contra un árbol que cedió al golpe, el sonido se escuchó por todo el bosque y creo que también en el orfanato.

- Esto ya no me divierte, es demasiado fácil, pensé que iba a ser un reto vencerte, pero ya veo que me equivocaba.

Después de decirlo, se esfumó riéndose. Su risa se escuchó incluso unos pocos minutos después de que se hubiera ido.

- Arco, ¿te encuentras bien?

Arco soltó un gruñido y se fue, dejándome sola en aquel bosque tan peligroso. Me encamine miedosa hacia el orfanato. Esa tarde no vi a Arco más, y por la noche no lo vi en el comedor a la hora de cenar.
Por la mañana, me estaba dirigiendo con Marta a nuestra clase mientras me repetía que estaba enfadada por haberla dejado hablando sola.

- ¡odio a las parejas!, solo pensáis en vosotros, y los demás ¡Que les den! ¿no?

-No Marta, es solo que teníamos que hablar de algo y no queríamos que te enteraras.

- Ya, como siempre. Asúmelo, desde que estas con Arco, no has estado conmigo sola ni un segundo.

- Marta, ¿estás celosa?

- Puede que sí. Yo soy tu mejor amiga y tú la mía, pero hace mucho que no hablamos así, como estamos haciendo ahora.

Ya estábamos llegando al aula de biología cuando Arco se acercó a nosotras y dijo:

- Tengo que hablar con Maya en privado.

- ¿Ahora?-dijo Marta

- Sí.

- Como llegue tarde por tu culpa lo lamentaras chaval. –le amenazó

- No dejare que llegue tarde, te lo prometo.- dijo levantando la mano derecha.

- Pues entonces que disfrutéis parejita.-dijo con tono de enfado.

Marta se fue corriendo y entró en el aula.

- ¿Qué le pasa a esa hoy?

- Está enfadada por haberla dejado ayer sola.

- Ah, pues ya se le pasara.- dijo con tono pasota.

- Por cierto, ¿de qué querías hablar?

- De lo que paso ayer.

- Ah, ¿y qué pasó ayer?

- Estas enfadada, ¿verdad?

- ¿Por qué lo dices, por mi aspecto o por la forma de hablar?-dije levantando la voz.

- Perdona, vale.

- ¿por qué?

- Buff, ¿por dejarte sola en el bosque? – dijo con tono de resignación.

- ¿y?

- Y por no hablar ayer contigo y haberte esquivado durante la cena. ¿Contenta?

- Sí.

Después de hablar entré en clase, el profesor no me echó la bronca por llegar tarde, seguramente Marta le habría dicho una de sus escusas, le debía una.
Después de clase, Arco me esperaba fuera para seguir charlando de lo sucedido.

- Tranquila, en cuánto acabe con el no me veras más y no te haré daño.

- ¿Cómo? ¿Cuándo me has hecho daño tú?

- Ayer en el bosque, ¿te crees que porque estaba en trance no oí el golpe que te diste contra el árbol? Además me fui porque si no te habría atacado, había perdido los estribos y necesitaba atacar a alguien, aunque fueras tú.

- Pues entonces te debo una por haberte ido. Ja jaja.

- No tiene gracia, no sé cuándo ni dónde puedo volver a perder los estribos y… y no quiero pensar en que llegues a hacerte daño por mi culpa.

- Arco, a mi eso no me importa…-dije haciendo que se detuviese, parándome yo.

- Maya… ¿Cómo que no te importa, te tiene que importar?

- A mi lo único que me importa es estar contigo a todas horas, sea como sea, me da igual cómo pero yo lo quiero.

- Ya sabes que eso es imposible.

-¡No!, es posible y tú lo sabes.

-Lo sé, pero no sé si te iba a hacer feliz ser como yo. No ver más a tus amigos, creo que sería pedirte demasiado, ¿no crees?

-¿Por qué iba a pasar eso? Solo tenemos que escaparnos juntos, una idea bastante buena ¿no?

-Sabes, tienes una mente brillante para lo que te interesa. Pero hay un problema lista, no te pienso convertir en un monstruo como yo.

-Pero no entiendo por qué, así estaríamos juntos para siempre. Y me parecía una buena idea. –dije poniendo pucheritos.

Después de decir eso Arco se acerco y me besó muy dulcemente. Yo, como siempre fui una vergonzosa y me puse más roja que un tomate. Esa tarde la pasemos en el lago que hay detrás del edificio grande. Lo pasemos mirando el cielo y haciendo rebotar las piedras en el agua.

-¡Mira, una flor!

-No, ¿Qué va a ser eso una flor?, es una nube.

-Jolín, podías poner un poco de tu parte, ¿no crees, Arco?

-¿No decías que tu cerebro sin una base no se imaginaba nada? Pues el mío para esto no funciona.

-Tonto.

-Princesa.-dijo con su sonrisa picarona y con un tono repelente.

Me abrazó y se puso encima de mí, entonces coloqué mis brazos alrededor de su cuello y lo bese. Parecía que le había gustado, porque me besó él a mí y así continuamente. Lo que no sabíamos era que desde el árbol que había detrás de nosotros, Marcus nos estaba espiando, junto con una sombra.

-Vámonos, pequeña tenemos cosas que hacer.-dijo Marcus.

-Sí, Marcus.- dijo la sombra.

lunes, 6 de septiembre de 2010

Capitulo 6

La leyenda


Pasaron los días y Marcus no daba señales de vida, era como si se lo hubiera tragado la tierra. Por un lado era una buena noticia, ya que no me atacaría, pro por otra no era buena, ya que no sabíamos que estaba haciendo, o lo que estuviera planeando.

El Viernes siguiente, no fue un día cualquiera, porque aunque estuviéramos en primavera parecía verano. El tiempo había predicho que habría entre 19 y 20 grados durante todo el día. Los árboles no tenían sombra, así que la gente se quedaba en la biblioteca, para estar fresquita. Los únicos que estábamos fuera éramos; Marta, Aro, Mirana y yo.

Marta, es una chica alegre, con la que se puede contar siempre. Mirana, en cambio es una chica tímida con la que es difícil contar. Las dos son rubias de ojos grandes y azules, si no fuera porque sus edades son las mismas y que sus apellidos no coinciden se diría que son gemelas.

- Chicos, ¿qué os parece si vamos a la playa?- dijo Marta.

- ¿Ahora?- dijo Mirana.

-Claro, ¿Por qué no?

-No sé quizá ¡porque aún quedan dos clases!

-Eso Marta, aún quedan dos clases no nos podemos ir así como así.-le dije.

-Ya pero son de repaso.

- Eso es verdad, y yo nosotros no las necesitamos, además estamos muy estresados, yo por lo menos. Este viejecito nos relajará.–dijo Aro.

- Pues chico, si tu estas así con dos exámenes, no te quiero ver en los finales.

Después de que dijera eso, Aro y yo nos pusimos a reír a carcajadas.

- Pero, ¿por qué os estáis riendo?

- Por nada. –dijimos al mismo tiempo Aro y yo.

Al final, éramos Aro, Marta y yo, ya que Mirana no quiso ir al final. Marta y yo nos escurrimos entre los pasillos para coger las toallas y el bañador. Aro por su parte hizo lo mismo. Los tres estuvimos un ratito esperando al autobús en la parada que hay delante de la portilla. Dentro del autobús, ya sentados, a Marta se le ocurrió preguntar:

- Oye Arco, ¿conoces la leyenda de la playa?

- ¿Cómo…? ¿acaso hay una leyenda?

- Sí, aquí es muy habitual encontrarlas.

- Ahhhhh, pues no la conozco, y mira que llevo tiempo aquí.

-Pues deja que te la cuente Marta, es una experta contando estas cosas.- se me ocurrió comentar.

- Pues muy bien. Pues empezamos…


Cuenta la leyenda que un noble conde, se enamoró de una humilde sirvienta llamada Lucinda. Su amor era imposible, pero aun así no podían estar el uno sin el otro. Quedaban en la playa luz de luna todas las noches, con el fin de encontrarse el uno con el otro. Estuvieron así durante mucho tiempo, hasta que al final el noble decidió pedirle la mano a la sirvienta. Después de pedírselo fue a avisar a su padre, pero él no le dio permiso, ya que le había concertado un matrimonio con una condesa de las tierras del norte, el joven disgustado volvió esa noche a la playa para contárselo a Lucida, pero ella no estaba. Desgraciadamente Lucida no apareció nunca.

Llego el gran día y Lucida no volvió a aparecer. La relación según se mire duro mucho o poco, ya que llegaron a tener hijos, pero lo que sucedió después, nadie lo vio venir. Lucida secuestro a los dos niños y los llevo a la playa. El príncipe fue a buscarlos y cuando llego a la playa era demasiado tarde para el niño que yacía inerte en brazos de su hermana. El pobre hombre, comido por la furia, ataco a Lucida y logro salvar a la niña. El tiempo paso y la duquesa no logro recuperase por la muerte de su hijo, por lo que vino a la playa y se suicido ahogándose. El hombre se encerró en sí mismo y la chica creció hasta la edad de poder irse. A ella no se la volvió a ver y al hombre dicen que se le ve deambular por la playa las noches de luna llena. El porqué, nadie lo sabe.

Esta vez la leyenda sonó mas macabra de lo que era, yo la conocía pero no con tantos detalles. Sentí un miedo en el cuerpo, pero no entendía por qué.

-Vaya, es un poco macabra, ¿no creéis?-dijo Arco.

-A mi me lo parece, pero a Marta le gusta. – dije yo.

-Ya pero recuerda que yo soy así, me gusta todo lo raro.- dijo Marta

Los tres empezamos a reírnos a carcajadas. Unos pocos minutos después ya habíamos llegado a la playa y nos dirigíamos al agua. De camino seguimos hablando de la leyenda.

- Dime Marta, ¿cómo se llamaba el hombre? –dijo Arco.

- ¿Cómo?- dijo Marta.

- Mencionaste el hombre de la sirvienta pero no el suyo y yo estoy intrigado por el suspense. – dijo Arco.

- A pues te vas a reír, porque no me acuerdo. Lo que si se es que era un nombre parecido a Marcos. Sí, algo parecido seguro.- dijo Marta.

Entonces, yo empecé a pensar para mí misma. Pero era imposible, no podía ser, como iba a ser eso posible. Todo encajaba pero no podía ser cierto. Entonces Marta se fue corriendo al agua y nos dejo solos a Arco y a mí. Él iba a echar a correr también hacia el agua cuando le detuve y le dije:

- Espera. Creo que se cómo se llamaba, pero no te va a gustar nada.

-¿Por qué? ¿Cómo se llamaba?

- Es solo una suposición, pero ¿crees que se podría llamar Marcus?

- Oh, a no, no puede ser.

- Piénsalo, todo encaja.

Desde el agua Marta nos llamaba a voces, por lo que fuimos corriendo al agua. Al entrar me dio un respingo, el mismo que me había dado en el autobús al escuchar la leyenda. Me dio por girar la cabeza hacia la carretera y allí estaba, era él, esa ropa nunca la olvidare.

Debí de ser la única que lo vi porque ninguno de mis dos acompañantes parecía extrañado.
Después de darnos un baño nos tumbamos en las toallas a tomar el sol y a secarnos. Marta había decidido quedarse en el agua un rato más por lo que podía hablar tranquilamente con Aro.

- Arco, aún estoy confusa sobre ese tema, ya sabes el de Marcus.

-¿Por qué? Era un principito en la antigüedad y quiere destacar. ¿Cómo? Pues atacando a niñitas inocentes. Jaja

- No tiene gracia.

- Vamos sí que la tiene.

En ese instante llegó Marta a la toalla.

- Eh parejita, ¿qué tal si comemos algo?

- Buena idea.

- Bien, ¿alguien ha traído comida?

- ¡Marta!-dijimos a la vez.

- ¿Qué? no voy a traerlo yo todo ¿no? Jaja

- Jaja

Teníamos tanta hambre, que tuvimos que volver al orfanato. El autobús acababa de llegar cuándo nosotros lleguemos a la parada. Lleguemos sobre las seis al orfanato.

viernes, 3 de septiembre de 2010

Capitulo 5

El beso

El tiempo pasó muy rápido, como en un abrir y cerrar de ojos, sin saberlo ya estábamos en primavera. El día pasó con normalidad, sin ningún suceso extraño. Esa noche, después de que hiciera la profesora la ronda, se coló en mi habitación por la ventana, fue impresionante, mi cuarto esta en un tercer piso y no hay árboles cerca.

Esa noche, me volví a despertar con esa opresión en el pecho. Como siempre suelo hacer cuando ocurre esto, me dirigí hacia la cocina a por un vaso de agua. Pero hoy fue distinto, porque Arco me siguió cauteloso para que no me pasara nada. Todo parecía normal, no ocurría nada malo. Volvía a pasar por aquellos pasillos, con esa angustia en el cuerpo y pasar por aquellos pasillos desiertos no ayudaba en absoluto.

Al llegar a la cocina Arco se adelantó para comprobar si era seguro avanzar, cuando de pronto una sombra negra se abalanzó sobre mí, mi cogió en brazos y salió otra vez corriendo. Corriendo no es la palabra correcta ya que una persona no corre tan rápido, parecía que volábamos de la rapidez. Tenía tanto miedo que solo pude gritar:

-¡Ahhhhh!

- ¡Maya!

-¡Arco!

- Si quieres volver a verla, ven al bosque.

La sombra me agarraba muy fuertemente, seguramente no quería que me fuera fácil soltarme de sus brazos, por lo que me desmaye antes de que dijera la frase final. Esa cosa iba cada vez más rápido, hasta que frenó en seco, en lo que deduje que era el interior del bosque porque ya había estado mucho tiempo en ese sitio, al comienzo de este curso, ya que no conocía a nadie era lo único que podía hacer sin aburrirme.

Estuve un rato en silencio por dos razones evidentes:

1º Estaba tan mareada por el viajecito que solo veía colores y figuras borrosas.

2º Estaba tan asustada que no me atrevía a decir nada.

Aún así yo escuchaba perfectamente a la sombra, cuándo se me quito el mareo me gire para verlo a la cara pero no pude, porque lo tapaba una especie de bufanda, un gorro y un chaquetón que le cubría el cuerpo, lo único que se le veía eran los ojos, rojos como la sangre. El me miró y no parecía dispuesto a dejarme con vida.

Estaba indefensa, Arco, el único que sabía lo que me había pasado no estaba cerca del lugar, y aunque corriera, seguramente no llegaría a tiempo, una persona no puede correr tan rápido. Los únicos que nos encontrábamos en el bosque éramos la sombra y yo.

-Si te consuela gritar o pedir ayuda, hazlo, nadie vendrá en tu rescate pequeña, ja jaja. Además eso le da más emoción a esto.- dijo la sombra relamiéndose.

-No diré nada. No vi nada, además seguro que la gente no me creerá. Por favor se lo suplico no me haga daño.

- Lo siento mi pequeña y adorable Maya- decía mientras deslizaba uno de sus alargados dedos por mi cuello, mientras me sujetaba por la cintura con la otra.- tenía hambre y tú estabas delante, no puedo dejarte así sin más pequeña florecilla. A parte, me está entrando apetito, mmmm,- dijo relamiéndose sus labios supongo ya que con la máscara no se sabía muy bien donde estaba su boca.- como estamos aquí solitos los dos, no te importara que te dé una chupadita, ¿verdad?

-No por favor, ¡nooooo!- le dije gritando.
De repente se oyó un grito por todo el bosque:

-¡Mayaaaaaaa!

-¡Arcoooo, aquí, Arcoooo!- grite desesperada, al comprobar que había una posibilidad de salvarme.

Pensé que era imposible cuando lo vi pero era él, había aparecido de la nada y estaba enfrente de nosotros.

-Suéltala ¡ya!

-Pero mira quién ha venido a vernos Maya, nada más y nada menos que Arco.

-Suéltala.

- Pero porque, pero si nos lo estamos pasando muy bien, ¿a que si pequeña maya?

A mí me daba miedo contestar por lo que solo mire a la sombra y luego a Arco. La sombra me agarro más fuerte por lo que pegué un grito de dolor y mientras chillaba acercó lentamente su boca a mi cuello. Me estaba a punto de morder. Arco vino corriendo, me libero y me alejo de la sombra.

-Maya, ¿estás bien? ¿Te ha hecho daño?

Yo aún no me lo creía pero conseguí articular:

-Estoy bien.

-Menos mal. Porque si no, no sé lo que haría.

-Vaya, creo que estoy perdiendo facultades, no pensé que pudieras ser tan rápido. Tienes muchos dotes, pequeño. Me llamo Marcus, espero que seamos grandes amigos. Ya nos veremos querida Maya.

Me miraba con unos ojos muy distintos, no eran ni violentos ni hambrientos, eran como asustados y asombrados. Arco noto que me estaba mirando fijamente y me apartó de su vista. Entonces Marcus se esfumó en la nada.

Aún seguía temblando cuándo Arco y yo nos dirigimos al orfanato. Tropecé varias veces, por lo que Arco me agarró de la cintura para que no me cayera. Él puede que pensara que estaba aún asustada por lo que había pasado, y así era, pero solo hasta el segundo tropezón, ya que fue cuándo me agarró de la cintura, pero lo que él no se podía ni imaginar era que en realidad estaba nerviosa por eso mismo. Como me parecía que me estaba poniendo roja, me eché varias veces las manos a la cara, pero eso solo provocaba que Arco me preguntara si me pasaba algo.

Nos quedemos en la fuente en vez de entrar, ya que él quería refrescarse un poco, es decir, mojarse la nuca con un poco de agua. Yo creo que intentaba que no lo viera llorar, porque, cuando saco la cabeza de la fuente, aparte de estar chorreando por el agua, tenía los ojos rojos, como cuando acabas de llorar.

Yo estaba muy cansada, por lo que me senté en el borde de la fuente. Arco se sentó a mi lado después de un rato como quien no quiere la cosa. Empezó a echarse la culpa de lo que había ocurrido esa noche:
-Todo esto ha sido culpa mía.

- No digas eso, sabes que es mentira.

-No, no es mentira, te había prometido que…

-¡Me da igual lo que me habías prometido!

-Pero…

-Gracias a ti estoy aquí ¿no?

-Sí, pero…

-Pero nada, si me hubiera pasado algo puede, pero echarse las culpas de algo que no ha ocurrido es demasiado hasta para una buena persona.

-Lo que más me fastidia es que se me escapara, porque así puede volver cuándo a él le apetezca y no sé si podre protegerte entonces.

-Vele, eso lo entiendo, pero lo que no entiendo es que no se que era esa cosa.

-Gracias por el apodo cosa.

-¿Cómo?

-Es que, esa “cosa” como dices tú, también lo soy yo. Es un vampiro, y si no me equivoco debe tener unos cuantos siglos de edad. Aunque creo que tú y tu imaginación lo descubristeis la noche del bosque. ¿O me equivoco?

¡Claro!, ahora cuadraba todo. Los colmillos, los ojos negros (en el caso de Marcus rojos), la rapidez, la fuerza. Tenía la respuesta delante de mí y no me había dado cuenta hasta ahora.

-Puede, o puede que no.

- ¿No me digas que no lo sabías?

-Mi imaginación no es como una imprenta sabes, necesita una base para poder funcionar.

-Una base, ya claro. Jaja

-Entonces, ¿eres un vampiro?

-Sí. Y ahora que por fin lo sabes ya puedes huir, eso si eres una chica lista claro está.

-Pues soy tonta entonces, porque no me pienso ir.

-Vamos, tengo colmillos. Creo que soy lo bastante malo como para que se alejen de mi. ¿No crees?

-No.

-Vamos cabezona, relaciona las cosas. Él es un vampiro al igual que yo y estabas aterrorizada, no me vengas ahora con lo de que “eso es otro tema” porque es lo mismo.

En cuanto acabo de hablar le pegue una bofetada(sin hacerle daño claro)

-Relaciónalas tú, porque que yo sepa, tú no eres igual que él.

-¿Ahora te da por las mentiras?

-Es la verdad, tú me protegiste, cuando él me llevo al bosque ¿no?

-Sí pero recuerda lo del bosque, no quiero que vuelva a pasar eso, y menos a ti.

-No pasara.

-Eso tú no lo sabes.

-Sí que lo sé. La prueba está el tu mismo ejemplo, el día del bosque, recuerda lo que pasó.

- Lo recuerdo perfectamente gracias. Yo intentando morderte y tú mirándome con tu cara de miedo.

-Y que más.

-Que yo recuerde, nada. ¿A dónde quieres i r a parar?

- A la cuestión de por qué no me mordiste.

-Porque sabía que eras tú por tú aroma y no lo dude un momento, debía apartarme de ti.

-Entonces si me reconociste entonces, me reconocerás siempre. ¿No?

-Puede que tengas rasó. A veces usas el cerebro para algo.

-¡Oye!

Ambos sonreímos y nos echamos unas carcajadas, después se acerco a mí, y me abrazó. Normalmente no me abrazaba así, sus abrazos solían ser por una causa y más suaves, pero este abrazo era fuerte, era como si no quisiera que me soltara de sus brazos y que me acercar más a él. Nos quedemos casi pegados, solo nos separaban mis brazos, que él cogió y colocó en su nuca.
Se acerco más y me agachó la cabeza, respiro profundamente y dijo:

-Tu aroma es adictivo, solo lo he aspirado un segundo y ya quiero más, más y más.

-No digas tonterías.

-Es verdad. Yo quiero algo más que olerlo, quiero sentirlo.

-¿Cómo…?

Según dijo eso me levanto la barbilla y me besó. Este beso jamás lo olvidaré. Fue fantástico, tierno, y apasionado. Después de su beso le di yo uno a él, y luego, el otro a mí. Solo quería estar con él así, para siempre, no dejarlo ir nunca.

Su mano derecha me soltó la cintura para ir a parar a mi mejilla derecha. Miró su reloj y dijo:

-Ufff, ya es muy tarde, será mejor que te acompañe a tu habitación.

-Mmmm... ¡oh! si será lo mejor.- dije con la cara más colorada que un tomate.

Entremos abrazados, al llegar a mi dormitorio, no quisimos soltarnos el uno del otro, por lo que se quedó a dormir en mi cuarto. Marta no estaba, pero era habitual en ella que por las noches se iba a algún lugar y regresaba al amanecer, yo nunca le pregunte a donde iba, la verdad no me importaba.

Por la mañana, cuando me desperté, no estaba, supuse que se había ido antes para que no lo pillara la profesora. Al ser sábado, no había clases. Aprovechemos el día y nos fuimos a investigar sobre Marcus en Internet.
Si yo recordaba bien, solo sabíamos su nombre. Resulta que nos salieron muchos resultados con el nombre de Marcus, por lo que tuvimos que dejar de buscar. La mayoría de los resultados eran fotos, pero como no le habíamos visto la cara no lo pudimos identificar. Nos fue imposible saber nada de él. ¿Sería el conde? ¿o el escrito?, aunque puede ser el zapatero…

-Bueno, pues hasta aquí llegamos, hay demasiados como para ir uno por uno. Si al menos lo hubiéramos visto. Además, esto es aburrido, me voy a la calle. ¿te vienes?

-Lo que a mí me extraña fue la cordialidad con la que me hablaba. ¿lo recuerdas?

- Si, y también otras cosa que no me gustan nada.

Al salir de la biblioteca borremos el historial. El resto del día pasó sin novedad, y por fin ese día logre dormir yo sola. Esa noche, tuvo que ayudar a su compañero con los deberes y no pudo venir a mi cuarto.

jueves, 2 de septiembre de 2010

Capitulo 4

La sombra

La noche era fría, más que de costumbre. Se notaba el invierno al doblar la esquina, ya que un aire frio te congelaba todo el cuerpo. Era de noche, las luces ya se habían apagado hacía bastante, la calefacción se escuchaba funcionar y el agua pasar por las tuberías.
Normalmente dormía como un lirón, nada ni nadie podían despertarme, pero hoy, me desperté sobresaltada.

Sentía una extraña presencia que me oprimía el pecho, no lo sabría describir bien, era como si me ahogara pero podía respirar perfectamente.

Me dirigí a la cocina a por un vaso de leche, había leído en un reportaje que era lo mejor para conciliar el sueño. Los pasillos estaban oscuros, por lo que cogí una vela, la encendí y empecé a dirigirme a la cocina.

No sé porque, volvía a sentir la opresión el pecho a cada paso que daba. Cuando entre en la cocina, escuché el ruido de un par de cacerolas cayendo al suelo y después un grito. Corrí hacia la procedencia del grito, la cocina estaba dividida en sectores, al sur las neveras y al norte la freidora y demás electrodomésticos, a la parte que debía ir era la norte.

Cuando llegué, vi a una sombra y digo una sombra porque entre la oscuridad y que llevaba un chaquetón hasta los pies, no se le veía nada. A parte del chaquetón logre vislumbrar unos ojos rojos. La sombra estaba atacando a Marga, la nueva cocinera, la anterior se había jubilado por la edad. Marga parecía dormida aunque tuviera los ojos abiertos. La sombra me vio y se esfumo junto con ella.

En la cocina solo quedemos el charco de sangre de Marga que se extendía por el suelo y yo. Eche a correr, con tal mala suerte que la zapatilla resbaló y me caí de pleno en el charco de sangre. Cuando me levante volví a correr con la dirección de la habitación de Arco. No se porque pero entonces me sentía que ese era el único lugar seguro.

Pique solo una vez y me abrió la puerta, por lo que deduje que él tampoco podía dormir.

- ¿Maya? ¿Te encuentras bien, deberías ir a la enfermería, estas sangrando?

- Lo… lo… lo… he visto

Estaba temblando de miedo, por lo que hablaba entrecortadamente. Arco me agarro y me preguntó:

- ¿Maya, que has visto? ¿O a quien?

- A… a…al asesino que todos buscan o eso creo.

Me obligó a sentarme en la cama mientras fue a por una toalla para limpiarme.

- Explícate.

- Veras…

Se lo explique todo desde que me levanté a por un vaso de leche. De repente, después de que hubiera acabado de limpiarme dijo asombrado.

- ¿Qué raro?, no tienes ni un arañazo.

- Ya te lo dije la sangre no es mía es la de Marga.

- La cocinera

- Aja.

Mientras se lo estaba contando solté unas cuantas lágrimas.

-Tranquila,-decía mientras me abrazaba y acariciaba la espalda.- no pasara nada, no te hará nada.

-¿Qué no? Esa cosa me miró y por lo que hace no creo que le gusten los testigos. Vendrá a por mí, te lo aseguro.

-No de eso nada, yo no lo permitiré.

-Yo seré la siguiente.

Me estaba asustando yo misma, cada vez más y más, me estaba empezando a poner paranoica, cuándo Arco me sacudió y me pego una torta, que casi ni la sentí, para que espabilara.

-¡Maya! Espabila.

-Tengo miedo.

-Yo te protegeré.

- ¿Cómo? Esa cosa parecía invencible. Y da mucho miedo.

- ¿De veras? Yo creo que si es posible vencerlo.

- No digas tonterías, ¿cómo vas a saberlo?

- Créeme cuando te digo que puedo acabar con él.

Parecía tan seguro de sí mismo por lo que solo le pude decir:
- Vale, te creo.

- Bien. Esta noche dormirás aquí.

- ¿Cómo? ¿Aquí?

- Si, ¿algún problema?

-No, ninguno, ninguno.- Por como me sentía supongo que tenía las mejillas coloradas.

Esa noche no durmió nada de nada. Por la mañana parecía desvelado, como si hubiera dormido toda la noche. Los profesores anegaron que la sangre fuera de Marga, dijeron que era de un pollo que habrían preparado las cocineras o algo por el estilo. Lo que sí se sabe es que Marga no apareció más.